Las brujas, figuras míticas y misteriosas, han sido parte de las culturas humanas desde tiempos antiguos. Su origen se remonta a las creencias paganas y las antiguas religiones de la naturaleza, donde se veneraban a diosas y espíritus femeninos asociados con la fertilidad, la tierra y la magia. Con el tiempo, estas figuras fueron demonizadas, especialmente durante la Edad Media en Europa, cuando la Iglesia Católica comenzó a asociarlas con el mal y la herejía. Bruja de Aculco
La imagen de la bruja como una mujer malvada y poderosa, capaz de realizar hechizos y maleficios, se consolidó durante la caza de brujas entre los siglos XV y XVII. Miles de personas, en su mayoría mujeres, fueron acusadas de brujería y ejecutadas. Aunque estas creencias han evolucionado, la figura de la bruja sigue siendo un símbolo de poder, misterio y, en muchos casos, resistencia femenina. Hoy en día, las brujas son vistas como íconos culturales que desafían las normas y celebran la conexión con la naturaleza y la magia ancestral. Bruja de Aculco
Y en esta ocasión, te contaré la leyenda de la Bruja de Aculco, una mujer que quiso hacer de todo, incluso aterrorizar a todo un pueblo, con tal de tener la oportunidad de tener un hijo a quien amar.
La leyenda de la bruja de Aculco
Los lavaderos de Aculco son un atractivo turístico no solo por su arquitectura y las leyendas que se han generado allí, sino también porque, desde su creación en 1884, han sido un punto de encuentro para muchas mujeres otomíes. En ese espacio, las historias y vidas de los habitantes se compartían y dialogaban entre las mujeres que acudían al lugar. Bruja de Aculco
Entre las historias que se han convertido en leyenda, destaca la de una mujer que vivía justo al lado de los lavaderos públicos. Por venganza, atrapó las almas de tres niños en un árbol que todavía hoy se encuentra cerca del sitio. Bruja de Aculco
La leyenda narra que esta mujer, que residía en una casa contigua a los lavaderos, poseía una belleza sin igual, lo que hacía pensar que cualquier hombre querría desposarla. Sin embargo, nunca sucedió, ya que provenía de una familia conocida por practicar la brujería. Todo el pueblo evitaba acercarse a ella, y la única compañía que tenía era la soledad. Bruja de Aculco
A pesar del rechazo del pueblo, la mujer no guardaba rencor en su corazón. Por el contrario, anhelaba tener un hijo y darle un amor incondicional. Con el tiempo, los hombres del pueblo seguían sin acercarse a ella, lo que la llevó a probar métodos de fuerzas malignas para poder concebir un bebé. Sin embargo, su intento fracasó, y en el proceso, perdió su irresistible apariencia, transformándose en una figura lúgubre y tenebrosa.
¿Y luego?
Un día, escuchó a dos mujeres del pueblo burlarse de ella por no poder tener un hijo. Fue entonces cuando juró vengarse del pueblo de Aculco, ubicado en el Estado de México, aunque eso le costara la vida. Bruja de Aculco
Las mujeres que frecuentaban los lavaderos públicos comenzaron a escuchar gritos y lamentos que provenían de la casa de aquella mujer. La leyenda cuenta que ella logró hacer un pacto con el diablo, y poco después, el pueblo fue invadido por el terror cuando desaparecieron tres niños. Bruja de Aculco
Los habitantes sospechaban de la mujer y, convencidos de su culpabilidad, reunieron al pueblo y, armados con antorchas, piedras y hachas, se dirigieron a su morada. Al forcejear la puerta, una voz de ultratumba surgió del árbol situado frente a la casa. Era la voz de la mujer, quien confesó ser la asesina de los tres niños desaparecidos.
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Esta revelación colmó la paciencia del pueblo. Un hombre decidió dar un hachazo al árbol, pero no esperaba que al hacerlo, las voces de los niños también salieran del árbol, revelando que estaban atrapados allí para siempre.
Desde entonces, los habitantes de Aculco han jurado no dañar el árbol, que aún sigue en pie. Se dice que si alguien clava un objeto filoso en el tronco, verá cómo este derrama savia blanca que poco a poco se torna roja, mientras se escuchan gritos de niños y risas macabras.
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