La boda es uno de los momentos más importantes en la vida de muchas personas, el punto culminante de una relación y el inicio de una nueva vida, y Paula Abreu tiene toda la experiencia para hacer de ella uno de los más bellos recuerdos.

Un wedding planner es aquella persona que se encarga de planificar, coordinar y dirigir todos los aspectos de una boda, antes, durante y después de la ceremonia y la recepción. Se trata de un profesional especializado en el sector de eventos, cuya función es asesorar a los novios para que su boda salga perfecta.

Paula Abreu es eso, una wedding planner, pero sobre todo, una mujer apasionada por su trabajo y por hacer realidad los sueños de cada uno de sus clientes. México Ruta Mágica tuvo la oportunidad de hablar con ella en una amena entrevista, en la que nos platicó cómo fue que inició su carrera en la industria de las bodas.

¿Quién es Paula Abreu?

—Paula Abreu es una chef egresada de Gastronomía en el 2004, empecé como banquetera, empecé a aprender este tema de la atención al cliente y me pidieron la primer boda hace aproximadamente unos 15 años, cuando aún no existía este tema del wedding planner. Una novia me dijo que si la podía ayudar a formar el cortejo y a partir de ahí descubrí que lo mío eran las bodas.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

—Algo que creo que realmente nos representa a las personas que estamos en la industria de los eventos y las bodas es que somos muy apasionados de lo que hacemos, porque realmente si no te encantara, sería muy difícil de hacerlo. Creo que todo se concluye en que tienes el poder de hacer sueños realidad, la boda es un momento en que las personas y las mujeres soñamos desde que estamos pequeñas. Ya cuando se da la oportunidad de poder materializar ese sueño, eso es lo que me fascina: el poder ayudar a la gente a lograr sus objetivos y convertir sueños en una realidad.

Para todas las novias que se casan, ¿qué consejo les darías en cuanto a la planeación de este evento tan especial?

—¡Contraten una wedding planner!, no se rompan la cabeza. Creo que algo muy importante es que tú y tu pareja tengan las mismas expectativas del evento, que se sienten a hablarlo, que platiquen cuántos invitados, si lo prefieren de día o de noche, si la ceremonia religiosa va a ser algo importante o no, cuánta gente quieren que asista… detallitos que parecen insignificantes pero que pueden poner las bases de si son compatibles o no.

¿Qué tendencias de boda, en cuanto a vestidos de novia, decoraciones, etcétera, nos recomiendas seguir?

—Hay infinidad de tendencias, la realidad es que la industria de las bodas ha evolucionado de una forma que ya no tiene fin. Al fin de cuentas, creo que quieran o no, los novios van a identificar las tendencias por lo que se ve en revistas y en redes sociales, pero lo más importante es seguir tu autenticidad, las bodas hablan de la educación, de la cultura, del destino, hasta de los viajes que la pareja ha realizado. Entonces, creo que más que seguir tendencias, es muy importante que los novios sigan esta línea de que se vea su personalidad reflejada, qué mejor que ese momento íntimo tenga tu sello.

Con base en tu experiencia, ¿cuál es la clave para que una boda sea perfecta?

—La clave es conocer bien las expectativas de los novios, que los novios tengan claras esas expectativas y contratar gente profesional con la que puedas hacer un equipo, porque no basta que uno sea el súper proveedor y los demás no estén dando lo mejor. Creo que esa es la clave, que cada uno de los elementos sea muy cuidado y disfrutarte el proceso.

Para ti, ¿qué tanto ha cambiado la industria de las bodas con la llegada de la COVID-19?

—Sí cambió mucho. De entrada, los procesos de bioseguridad era algo que desconocíamos y ahora es una logística más en los eventos, el realizar pruebas, el hablar con la gente para concientizar que se tienen que hacer pruebas de antígenos o de PCR, cuidar los protocolos de bioseguridad durante el evento junto con todos los proveedores… Pero, además, ya sabíamos que a futuro las bodas iban a ser más pequeñas. Antes las bodas eran de 500 o 600 personas, después pasamos a las bodas de 350 o 450 personas, luego llegó la etapa de la boda de 250 personas. Actualmente, ya la boda gigantesca es de 300 personas, ahora hay bodas en las que la gente te dice que serán 20 o 30 personas, esto ya se veía venir, pero el COVID-19 lo aceleró.

Vimos en tu sitio web los cursos y capacitaciones que das para la industria de las bodas, cuéntanos un poco sobre eso.

—Empecé dando capacitación enfocado a branding, como tu marca personal de ventas y ahora también en la parte de turismo de romance, que es súper importante, con el objetivo de que la cadena de valor conozca sus destinos, se conozca el gran diferenciador y la riqueza cultural que tiene México, y que puedes crear experiencias que ningún otro destino va a poder replicar.

Pero el problema es que a veces la misma proveeduría ni siquiera conoce sus destinos, tampoco sabe lo que puede ofertar; entonces, tratamos de dar capacitaciones junto con las diferentes asociaciones para generar productos de turismo de romance y así la proveeduría sepa qué puede ofrecer, qué puede ofertar y no sólo vender una boda como fiesta, sino vender experiencias en los diferentes destinos.