Oaxaca se distingue entre todos los estados de México por su gastronomía, artesanías y tradiciones que perviven y se mezclan con las tendencias actuales.
En este estado existe un Pueblo Mágico llamado Ocotlán de Morelos que destaca por varios lugares que están en la check list de los turistas. Un parque, talleres de alebrijes y una colorida iglesia forman parte del folclor de este sitio.
Dentro de Ocotlán existe una localidad llamada Santa Ana Zegache que se ha convertido en destino favorito de restauradores de arte desde hace dos décadas.
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Iglesia de Santa Ana Zegache
Uno de los rincones emblemáticos de esta comunidad es la Iglesia de Santa Ana Zegache construida en 1995 cuando el pintor Rodolfo Morales descubrió un mural del siglo XVIII muy parecido al del templo de Santo Domingo. Este artista decidió coordinarse con las autoridades y habitantes para restaurar el centro sagrado con los recursos recaudados. Dos años después se pusieron manos a la obra.
En esta restauración aparecieron doce retablos más del siglo XVIII, 100 espejos originales del siglo XVIII, realizados con madera antigua y pintados con hoja de oro, lámina de plata, pintura con temple de huevo y grabados.
Debido a la belleza de cada una de estas piezas, la gente que visitaba el recinto religioso quería comprarlas y a Rodolfo Morales se le ocurrió hacer reproducciones para vender y hacer talleres comunitarios para que los habitantes aprendieran a realizarlas.
Una fachada colorida y artística
La restauración y elaboración de reproducciones poco a poco se fue convirtiendo en el oficio de la gente de Santa Ana Zegache. Esto también sirvió para reducir el problema de migración. Las mujeres fueron las principales restauradoras de la iglesia debido a que el pintor Morales notó la habilidad de las mismas para hacer los bordados en la pintura mural y la hoja de oro de la nave central.
El trabajo fue intensó, duró un lustro y continúo después de la muerte de Morales en 2000. Un año después, la restauración terminó y la fachada destaca por la vivacidad de sus colores, incluso, muchos visitantes dicen que parece un mantel bordado con flores.
La iglesia Santa Ana Zegache se convirtió en orgullo identitario de sus habitantes que se distingue por los tonos azules, mostaza y las flores pintadas por las restauradoras.
De la fachada original del siglo XVI no queda nada, pues en lugar de los santos que yacían en los nichos, ahora se colocaron floreros. De hecho, su cambio en la fachada ha generado controversia, pues algunos especialistas consideran que rinde homenaje a los bordados oaxaqueños y la catalogaron como una verdadera obra de arte contemporánea.
Recuerda que si tienes la oportunidad de visitar este lugar, no regatees, bueno, este ni otros sitios donde la venta de artesanías y productos restaurados son la principal fuente de ingresos en la economía local.
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Foto: Instagram @sruimora, @obeedmendez y @sabina_tours_oaxaca