Vivo en la capital poblana y soy amante de caminar por las calles de mi ciudad. Cuando necesito despejar la mente, no hay nada mejor que escoger mi música favorita, colocarme los audífonos y caminar durante horas por el Centro Histórico de Puebla. Creía que ya conocía cada uno de sus rincones, los bazares de libros, las iglesias menos populares y las terrazas con atardeceres imperdibles; pero hace unos días, en una de esas caminatas, descubrí un lugar donde el trabajo manual se convierte en arte.
En el número 911 de la calle 4 Poniente, a tan sólo dos cuadras y media del Paseo Bravo y a una del Mercado de Sabores, se encuentra una casona colonial diferente a las que le rodean, su fachada está adornada con bellos mosaicos de un pulcro color blanco, decorados con pintura amarilla y azul, que le dan personalidad y revelan la centenaria tradición que alberga entre sus muros.
Entro al patio principal del inmueble, sede de la empresa Uriarte Talavera, en la que trabajan 100 artesanos. Allí se observan las tradicionales piezas de calavera, vajillas, tazas y jarrones, pero también me percato de que, dentro de lo clásico, hay innovación artística; por ejemplo, una pieza de talavera en forma de televisión o grandes platones que han sido intervenidos con figuras y formas poco convencionales.
Ana Laura Puertos, gerente comercial de Uriarte Talavera, me da la bienvenida y me explica que la herencia artesanal de esta empresa es valiosa en muchos sentidos. Es la fábrica de talavera más grande de México y de América Latina. Además, posee la Denominación de Origen, lo que acredita que el proceso es 100% artesanal y que, además, es el mismo que se realizaba hace más de 200 años.
Conoce más sobre nuestro recorrido en el siguiente video:
Proceso de elaboración de Talavera poblana
Los colores que se utilizan para decorar la talavera, provenientes de minerales, son el azul fino, naranja, verde y negro, además de los más representativos de este tipo de cerámica: el azul cobalto y el amarillo. Para obtener esas tonalidades, los minerales usados para pintar las piezas —elaboradas a partir de una mezcla de barro negro de Amozoc y barro blanco de Valsequillo— se trituran en un molino en la misma empresa.
Mi recorrido en forma en esta fábrica inicia en el torno. Aquí, Salvador Rojas es el encargado de trabajar el barro y crear piezas pequeñas, por ejemplo, tazas, platos o vasos. Primero debe realizar la mezcla de los barros, amasarlos bien y, posteriormente, iniciar su labor. A medida que aumenta la velocidad del torno, las manos de Don Salvador y el barro inician una cadenciosa e hipnótica danza —para el espectador— que, giro tras giro, va dando forma a la pieza.
Conoce más sobre un tipo de cerámica muy especial, similar a la talavera poblana:
Cerámica mayólica, una herencia de la Conquista
La cerámica mayólica forma parte de las tradiciones y costumbres que nos heredaron los españoles en los tiempos de la Colonia
Hay otros artesanos, como Miguel Vázquez, que en lugar de usar el torno se valen de su habilidad manual para iniciar el proceso de fabricación de la talavera, sobre todo en el caso de piezas grandes o decorativas. Don Salvador y Don Migue llevan a cabo dos etapas del proceso: la preparación del barro y el modelado. Una vez obtenidas las piezas, se dejan secar durante 30 días y, posteriormente, son llevadas al horno, donde se cuecen a una temperatura superior a los 1000 grados Celsius durante 10 horas.
Al salir del horno, las piezas son llamadas “jahuete”, una palabra náhuatl que significa “galleta cocida”, y se pasa una lija por toda su superficie para eliminar impurezas o imperfecciones. A pesar de tener una apariencia rústica después del horneado, las piezas presentan un color sepia que, en lo personal, me resultó muy atractivo. Los jahuetes se acomodan en repisas, en espera de ser llevados a la siguiente etapa: el esmaltado, donde se les aplica, como el nombre lo dice, una capa de esmalte color crema que al secarse —después de 12 a 48 horas— se vuelve blanco.
A lo largo del recorrido me encontré con muchas artesanas y artesanos en edad adulta y únicamente un joven. Don Migue me dice, con cierta tristeza, que esto se debe a que, año con año, se pierde el interés de las nuevas generaciones por aprender el oficio de la cerámica.
Dibujos y pintura
Llego a la sala de estarcido, que toma su nombre de una técnica milenaria en decoración y estampado de azulejos. Aquí se lleva a cabo un proceso que requiere de mucha paciencia. Antes de que las piezas sean pintadas, se trazan las figuras y formas, como si se realizara un borrador, mediante un diseño punteado con aguja sobre papel albanene, el cual se coloca sobre la pieza esmaltada, esparciendo sobre él carbón molido, lo que dará como resultado una guía para el próximo paso.
Entramos ahora a la sala de pintura, donde se realiza el penúltimo proceso. Algunas mesas de trabajo están vacías, ya que la pandemia de COVID-19 afectó gravemente al sector y no todos los artesanos trabajan al mismo tiempo. En esta área, el señor Enrique y la señora Rocío se encuentran inmersos en sus pensamientos, analizan cada trazo que están a punto de plasmar, parece como si estuvieran meditando para sincronizar su alma con el movimiento del pincel. Los puntitos marcados por el carbón son tan sólo una guía. Enrique pinta un paisaje con pavos reales y, aunque los puntos del carbón molido marcan el contorno, él tiene la misión de llenar de color los espacios que no están marcados, su pulso lo guía y sus movimientos son naturales, cual artista con muchos años de experiencia.
Pasamos a la última etapa, la segunda horneada, Ana me explica que los hornos que utilizan poseen una tecnología que permite llevar a cabo la cocción reduciendo las emisiones de dióxido de carbono. Las piezas se hornean por segunda y última vez durante 12 horas. Desde que se prepara el barro hasta que la pieza sale de la segunda horneada, el proceso puede durar hasta tres meses.
Talavera poblana, tesoro creado por artesanos comprometidos
Recorrer las instalaciones de la fábrica, observar por mí misma a las artesanas y los artesanos laborando, y saber que de esta empresa dependen decenas de trabajadores de Puebla, me genera orgullo, inspiración y un amor por México que a veces se me olvida sentir.
Otra de las artesanías más reconocidas de México, además de la talavera poblana, es el barro negro:
Conoce más sobre el barro negro de Oaxaca
Las piezas de barro negro se realizan mediante un proceso de elaboración muy largo, pues en algunos casos tardan casi un mes.
Don Migue me contó que su peor enemigo, como artesano, es el regateo. El hecho de haber conocido de manera tan cercana las siete etapas de elaboración de la talavera, me hace reflexionar acerca de este tema: ¿por qué, en muchas ocasiones, lo que se hace con el corazón y con las manos es ignorado y menospreciado por nosotros mismos, como mexicanos?
Siempre he pensado que las artesanías mexicanas reflejan la verdadera esencia del país, desde la materia prima, los procesos de elaboración, las técnicas que pasan de generación en generación y la belleza de las piezas en sí. Las artesanías son el pasado, el presente y el futuro del legado folclórico y cultural de México. Sin el talento de los artesanos no existirían alebrijes, textiles, bordados, sombreros de palma, rebozos, barro policromado o las maravillosas piezas de talavera. La próxima vez que compremos alguna de esas bellas artesanías, por favor, evitemos regatear.
Te invito a conocer Uriarte Talavera, donde podrás vivir la misma experiencia que tuve. El recorrido es gratuito y es una increíble manera de conocer a México desde las creaciones artesanales que le dan vida y color al país.
Descubre más de Puebla en nuestras aventuras por YouTube:
¿Ya conocías el proceso de la elaboración de talavera poblana?