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Tradición cultural o folclorismo: turismo para días de muertos

El Día de Muertos permite al turista elegir entre una experiencia auténtica, llena de misticismo y tradición, o una celebración comercial y folclorizada

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Por: Adalberto Fuguemann Publicado: 14/11/2024


Tradición cultural o folclorismo: turismo para días de muertos

Foto de Luke Southern en Unsplash

Noviembre es el mes dedicado a los muertos, costumbre muy mexicana —mestiza, por cierto— que ha trascendido a todo el mundo, y aunque hay diversas manifestaciones de culto a los difuntos por todo el orbe, los festejos y celebraciones mexicanos se llevan las palmas y atraen al turismo.

Y es precisamente el turista el que tiene que tomar la decisión entre buscar un encuentro y una experiencia cultural, con origen, esencia, tradición y trascendencia, o distraerse en el folclorismo comercial del divertimento ocasional, también válido, pero alejado del patrimonio que dio origen al culto a los difuntos.

Para eso, hay que diferenciar profundamente los términos que diferencian la experiencia cultural de la mundana. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, las prácticas y creencias indígenas se mezclaron con el catolicismo de los colonizadores. Los españoles celebraban el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre), fechas en las que recordaban y honraban a los muertos según la tradición cristiana. La combinación de estos rituales dio lugar a una fusión cultural única en México, donde los elementos de las creencias indígenas y católicas se entrelazaron y originaron el Día de Muertos tal y como lo conocemos hoy.

Para los turistas, el Día de Muertos es una oportunidad de acercarse a la riqueza cultural de México desde una perspectiva espiritual y festiva. Durante su visita, encuentran rituales tradicionales, como la colocación de altares o la visita a los cementerios, donde las familias pasan la noche entre cantos y comida para honrar a sus seres queridos.

Foto de Cortor Media en Unsplash

Misticismo y espiritualidad

En lugares como Janitzio en Michoacán; Malinalco, Acolman o Amecameca, en el Estado de México; la ciudad de Oaxaca; Puebla de los Ángeles, Atlixco, Cholula, o los altares monumentales en Huaquechula, en el Estado de Puebla; o aún en el extranjero, como en Los Ángeles en California, los turistas pueden sumergirse en una atmósfera de respeto y celebración, donde el misticismo y la espiritualidad se combinan con la calidez de la comunidad, generando una experiencia auténtica que resalta la visión mexicana sobre la muerte como un ciclo natural de la vida.

Esa es la experiencia que recomendamos a los turistas, con una sólida base cultural y un respeto místico a las tradiciones. Sin embargo existe la otra alternativa, más comercial, con un interés más orientado al mercado que a la tradición. Así nació el folclorismo, que alcanza su culminación en la Ciudad de México con la organización de eventos masivos como el Gran Desfile de Día de Muertos, inspirado en la película de James Bond Spectre, nada que ver con el recuerdo original de los difuntos o el reconocimiento ancestral de los ciclos de la naturaleza.

A causa de estos enfoques comerciales, la palabra folklore, acuñada en 1846 por el arqueólogo británico William Thoms, perdió su valor original, descriptivo e ilustrativo de las tradiciones, creencias, costumbres, historias y manifestaciones culturales de las clases populares. Su propósito inicial era documentar y preservar estas expresiones como un patrimonio cultural valioso, pero la mercadotecnia y la politización del lenguaje han provocado un deterioro en su significado original. Hoy se conceptúa como vulgar y agresivo. Pero, atención, es válido para el turista que solo busca diversión y esparcimiento.

Foto de Iván Díaz en Unsplash

The Tourist Gaze

En The Tourist Gaze, John Urry explora el concepto del gaze (mirada turística) y cómo los destinos y experiencias culturales son diseñados para satisfacer esta mirada, lo que puede resultar en la “perversión” de ciertos elementos culturales. En su visión, el turismo demanda experiencias culturales exóticas y auténticas, pero la misma industria tiende a crear versiones artificiales o distorsionadas de la cultura para cumplir con las expectativas de los turistas.

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Así que, querido turista, para los días de muertos o para cualquier periodo vacacional, usted elige: destinos folclorizados como el Hula de Hawái, el Oktober Fest de Alemania o la Danza de Año Nuevo China, captadores de visitantes y divisas, pero viciados de origen, o sitios como San Juan Chamula en Chiapas, Bhután en el Himalaya, Sami en Laponia (Finlandia) o el respetadísimo Rapa Nui (Isla de Pascua) en Chile, que le brindan una verdadera opción de Turismo experiencial. Opciones válidas, experiencias diferentes…

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