Hace unas semanas, fui a Mazatlán a vivir la experiencia de ver el eclipse total de sol. Mi madre me cuenta que ya había presenciado el eclipse de 1991, que se pudo observar en la Ciudad de México y otras ciudades del país, así como en Centroamérica, pero tenía apenas un año, ocho meses, así que no me acuerdo de nada. turista astronómico
La travesía fue un reto logístico, desde diciembre los precios de los vuelos a Mazatlán y ciudades cercanas eran estratosféricos y algo similar pasó con el hospedaje que estaba al 100%, incluso, Airbnb reportó un crecimiento desmedido en las ciudades que se apreció el eclipse total.
Decidí irme por tierra, llegar a Guadalajara en autobús, pasar una noche en tierras tapatías para luego llegar en la madrugada a Mazatlán, y así no pagar hospedaje, pues no había en todo el destino turístico. El plan salió conforme a lo planeado; llegué a las 3 de la mañana del histórico 8 de abril de 2024, esperé unas horas en la central de autobuses, me bañé en esos gimnasios de cadena que tienen sucursales en todo el país y a las 10 ya estaba listo con mis lentes especiales para ver este evento astronómico que se repetirá en México hasta 2052.
El eclipse comienza poco más de una hora antes, con lentes especiales se ve cómo la luna se va comiendo al sol, pero la oscuridad proyectada a la tierra dura solo 4 minutos. Todo pasó según lo predicho por los astrónomos, empezando la totalidad del eclipse a las 11:07 y terminando a las 11:11, el evento lo pude presenciar desde la playa, descalzo y con los pies en el mar, cuando se oscureció la gente gritó, aplaudió, incluso, algunos lloraron, fue una locura. Yo sentí una profunda alegría, se me cortaba la voz, me sentí pequeño, efímero, pero profundamente feliz.
En tan solo unos minutos lo que parecía un día caluroso y soleado, se fue volviendo gris y terminó por oscurecerse, solo se apreciaba la corona solar a lo lejos, que es como ver un aro luminoso en el cielo. Sin duda una de las cosas más hermosas que he visto en mi vida.
¿Y luego? turista astronómico
No se hizo completamente de noche, ya que el horizonte se veía como si fuera un atardecer y las nubes cercanas a la línea del mar se pintaron de amarillo, simplemente una delicia visual, que no veremos en décadas en México.
Que estos fenómenos sean tan extraños y que pasen tan esporádicamente los hacen muy especiales, y nos hace cuestionarnos sobre nuestra mortalidad, saber que nuestra vida es solo una efímera fracción de tiempo comparado con la inmensidad del cosmos. Es cierto que habrá otros eclipses totales en otras partes del mundo, en 2026 pasará por el norte de España y en 2027 se verá en Egipto.
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Muchas personas me veían como un loco por gastar en el viaje, faltar a mi trabajo y hacer hasta lo imposible para poder ver este acontecimiento, pero las horas de viaje en el autobús y cada centavo gastado valieron la pena. Al final nada queda, solo lo vivido.
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