Hay eventos que no sólo nacen con estrella, sino que sus organizadores no se conforman y trabajan permanentemente para mejorar cada año, por ello adquieren un carácter único que sólo permite compararlos con los mejores del mundo. El Festival Internacional del Globo León es uno de ellos y por eso, entre otras razones, conforme se acerca su fecha de realización, la ilusión crece entre los asistentes asiduos y, sobre todo, en las personas que acuden por primera vez a presenciarlo.
El Festival Internacional del Globo nació en el mes de diciembre del año 2002 y, desde entonces, se ha realizado de manera ininterrumpida. El 2020 fue un año crítico para el FIG debido a la pandemia de COVID-19 y tanto organizadores como participantes se enfrentaron al dilema de realizar el evento o suspenderlo. Lo más sencillo era dejar de hacerlo, al menos por esa ocasión, sin embargo —y aun cuando podría significar pérdidas económicas para todos los involucrados—, se determinó llevarlo a cabo pero sin público.
Así, el FIG 2020 tuvo que cambiar de sede a un espacio un tanto más reducido y privado con la finalidad de prevenir la aglomeración de personas y, de esta manera, reducir al máximo la probabilidad de contagios. La edición 19 tuvo lugar en El Bosque Country Club, con todas las medidas de seguridad sanitaria, y fue transmitida por la página oficial del FIG y a través de todas sus redes sociales. Más tarde, los organizadores explicarían que decidieron realizar el evento no sólo para mantener su regularidad, sino también para contribuir, con su colorido y su magia, a mantener la esperanza de la gente en medio de la crisis provocada por la emergencia sanitaria.
El regreso a casa
Por lo anterior, la edición de este 2021 no sólo era especial por ser la número 20, también lo era porque el Festival Internacional del Globo regresaba a su sede natural, al lugar que lo vio nacer: el Parque Metropolitano de León, y, sobre todo, porque volvía el espíritu del festival, lo que lo llena de vida y alegría junto con los coloridos globos: el público.
Como cada año —sin contar el pasado—, fuimos cientos de miles de personas las que despertamos a eso de las cuatro y media de la mañana para prepararnos y trasladarnos al Parque Metropolitano y poder apreciar los más de 200 globos que actualmente despegan al amanecer durante los cuatro días que dura el festival. Otra vez el tránsito imposible en las vialidades aledañas al parque desde las cinco, las personas envueltas en cobijas o abrigadas con gruesas chamarras, bufanda, gorro y guantes, caminando a paso veloz para tratar de conseguir el mejor lugar, cerca de los aerostatos.
No podría describir con palabras la emoción que me provocó ver nuevamente a familias completas, así como a grupos de amigos y parejas, emocionados y sonrientes, en espera del gran momento. Y no sólo fue ver a la gente dentro del parque, sino también afuera; había muchas personas sentadas y envueltas en cobertores en los camellones de una avenida cercana que, por su altura, permite tener una perspectiva casi completa del inflado de los globos y su despegue, el cual inició alrededor de las seis de la mañana. Ahí estábamos miles de almas, una vez más en la casa del Festival Internacional del Globo, listas para ser testigos del mágico momento en que el cielo leonés se pinta de colores con más de 200 globos aerostáticos.
Cierre de lujo
Una ocasión así, siendo la edición número 20 del FIG, con el regreso de los globos y la gente al Parque Metropolitano de León, así como los espectáculos para todos, no podía pasar desapercibida, por ello, como parte de la celebración se incluyó la presentación especial de Alejandro Fernández, digno heredero del señor Vicente Fernández y, hoy por hoy, el máximo intérprete de la canción ranchera en nuestro país.
La expectativa, desde que se dio el anuncio de la presencia de “El Potrillo” era grande, incluso hubo personas que llegaron el domingo al parque desde las cinco y media de la mañana y se quedaron allí hasta que comenzó el concierto. Después del despegue de los globos y sin complejo alguno, bien envueltos en sus cobertores, muchos decidieron tomar una siesta para hacer tiempo mientras llegaba la hora del concierto.
Todo lo que se necesitaba para pasar el día estaba ahí en el parque: comida muy variada y de todos precios, desde tacos, tortas, perritos calientes y hamburguesas hasta exquisitos cortes de carne, ¡incluso había carritos de tamales!; para beber: atole, café, cerveza y otras bebidas; también había tiendas de caramelos y botanas como cacahuates, nueces, palanquetas y alegrías, entre otras delicias. Juegos para niños, un inmenso prado para un buen día de campo o jugar al frisbee, o simplemente dormir, como lo hacían ya varias personas; además, claro está, de los conciertos previos al estelar. El único inconveniente es que los sanitarios nunca son suficientes para un evento de tal magnitud, por eso, lo recomendable es beber de manera moderada —cualquier líquido— porque es casi seguro que te toque hacer fila para poder entrar a uno de los sanitarios portátiles y, después, encontrar alguno en condiciones de uso medianamente aceptables.
Conforme se acercaba la hora, los asistentes hacían lo propio, buscando el mejor lugar próximo al escenario para disfrutar del concierto. Aunque antes hubo un espectáculo con los dragones —los quemadores con los que se inflan los globos— y después con algunos de los aerostatos participantes del FIG León 2021, que se iluminaban con fuego, casi en sincronía con beats de música electrónica.
De la molestia al éxtasis
Poco antes de las siete de la tarde, hora marcada en el programa para el inicio del concierto, no cabía un alma frente al escenario y era perceptible la emoción del público que olvidaba en un solo instante las horas de espera para ser testigos de la actuación de Alejandro Fernández. En el escenario, la actriz Mariana Torres y el cantante y actor Yurem Rojas, quienes fungieron como conductores de la última Noche Mágica del festival en su edición 2021, se despedían en el escenario mientras algunas personas del staff acomodaban instrumentos musicales detrás de ellos.
Y justo cuando parecía que el concierto iniciaría, Mariana y Yurem volvieron al escenario para entretener al público, porque no, el concierto aún no iba a comenzar, ni comenzaría en los siguientes ciento veinte minutos. Dos horas de retraso en las que Mariana y Yurem hicieron hasta lo imposible para evitar que la gente se aburriera. Algunos, incluso, creímos que El Potrillo ya no llegaría.
Sin embargo, dos horas después de lo anunciado, finalmente apareció Alejandro Fernández en el escenario y un grupo de fans que momentos antes entonaba canciones de Luis Miguel a manera de protesta, ahora se deshacía en gritos, aclamando a su ídolo, quien con una impecable actuación, un exquisito repertorio y una entrega total, nos hizo olvidar la molestia de haberlo esperado tanto.
En el concierto incluyó las canciones “Duele” y “Amor tumbado”, de Christian Nodal, la primera, y de Natanael Cano, la segunda, dos jóvenes talentos con quienes Alejandro ha hecho dueto con el ánimo de impulsar sus carreras y, por qué no decirlo, también la propia entre las nuevas generaciones. Hubo tres momentos durante esa noche especial en los que la emotividad llegó al tope: cuando el intérprete de “Niña, amada mía” recordó la difícil situación y pérdidas humanas que ha provocado la pandemia de COVID-19, el momento bohemio con dos de sus canciones preferidas, una de ellas del maestro Joan Sebastian, “Eso y más”, y cuando habló del complicado momento por el que atraviesa su padre, por quien pidió seguir orando, debido a su delicado estado de salud.
Desde el inicio, el público coreó al unísono todas y cada una de las canciones interpretadas por Alejandro Fernández, desde “Tantita pena”, la inicial, hasta “Se me va la voz”, tema con el que cerró un magistral concierto y una velada inolvidable que nos dejó a todos los que estuvimos allí con ganas de seguir cantando y de brindar por la vida, con ganas de que el tiempo pasara pronto, o de poder adelantar el reloj y vivir nuevamente una noche tan mágica como ésta en el Parque Metropolitano de León, con ganas de estar ya en el Festival Internacional del Globo 2022.