Faltan pocos días para la cena de Nochebuena y la llegada de la Navidad, y es normal preguntarse a dónde escapar en estas fechas. Para ayudarte a decidir, aquí van cuatro motivos por los que Valle de Bravo merece un lugar en tu lista si buscas una experiencia decembrina que realmente se sienta especial.
A solo dos horas de la Ciudad de México, Valle de Bravo recibe a sus visitantes con una calma que se agradece y con la calidez de su gente. Es un destino que invita a caminar sin prisa por sus calles empinadas y adoquinadas, donde aparecen casonas de adobe, madera y teja, rodeadas de jacarandas y bugambilias que llenan de color cada rincón.
Como en cualquier viaje, elegir dónde hospedarse es clave. En Valle de Bravo hay opciones para todos los estilos: hoteles, cabañas, resorts, casas de huéspedes y Bed & Breakfasts. Desde lugares de lujo en medio del bosque, con spa y actividades de aventura, hasta alojamientos más céntricos para quienes quieren estar cerca de restaurantes y tiendas. Si la idea es entrar por completo en el ambiente navideño, dos opciones destacan por su diseño y su conexión con el bosque de pinos: Wander Cabind y Hotel Oxu. Ambos ofrecen espacios pensados para relajarse y actividades como kayak, senderismo, paseos a caballo, bici y momentos de descanso profundo en el spa.
Una vez en el destino, la comida se convierte en un placer más. La cocina típica de este Pueblo Mágico incluye cecina vallesana, trucha arcoíris y barbacoa de borrego. Y claro, no faltan los antojitos del Callejón del Hambre, donde los esquites de camarón con mantequilla se llevan todos los aplausos. También brillan las quesadillas de hongos y de guisos como mole verde, mole rojo o chicharrón en salsa verde.
Y si lo que quieres es disfrutar una cena navideña sin prisas, varios restaurantes prepararán menús especiales, como José (club de golf Avándaro), Café del Huerto (club de golf Rancho Avándaro), Los Veleros, Dipao, Bistro 24 y Ve cocina española.
Si después de comer rico buscas moverte un poco, Valle de Bravo también es ideal para eso. Puedes pasear por el lago, subirte a un velero, remar en stand up paddle o salir en kayak. Y si prefieres caminar, recorrer su centro histórico es perfecto para conocer su parroquia, sus tiendas de artesanías y el Jardín Central. Los amantes del ciclismo también encuentran rutas muy buenas alrededor del pueblo, y quienes buscan algo más extremo pueden animarse a hacer parapente o explorar rutas de senderismo.
Para cerrar el viaje con algo memorable, diciembre es el mejor momento para visitar los santuarios de la mariposa monarca, muy cerca de Valle de Bravo. Uno de ellos es el Santuario Piedra, en el municipio de Temascaltepec, dentro de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO. Desde el Pueblo Mágico se toma la carretera y a unos 30 km aparece el desvío hacia el Paraje de Piedra Herrada.
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Otra alternativa es el Santuario Ejido El Capulín, en Donato Guerra, a aproximadamente una hora del destino. Ahí los visitantes dejan sus vehículos en el estacionamiento y salen con guías hacia el Cerro Pelón. El camino recorre cuatro kilómetros entre paisajes llenos de árboles de coníferas, hasta llegar a la zona donde se observan las mariposas.
Valle de Bravo es perfecto para vivir la Navidad lejos del ruido y el ritmo acelerado de la ciudad. Su cercanía con CDMX, su mezcla de naturaleza, tradición, buena comida y actividades al aire libre lo convierten en un lugar donde es fácil desconectarse, recuperar energía y disfrutar de unas fiestas con un toque cálido y auténtico.
Ya sea para una escapada corta o para pasar toda la temporada, este destino te espera con su encanto invernal y la promesa de unas fiestas que realmente se sienten especiales.
