El Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses es un sitio de gran diversidad biológica, ubicado en la confluencia de tres grandes biomas brasileños: Amazônia, Cerrado y Caatinga. Esta mezcla de ambientes da lugar a ecosistemas únicos, como manglares, restingas y bosques ribereños, que albergan una flora y fauna sorprendentes.
En el terreno cubierto por las dunas, predominan las plantas de restinga, adaptadas al suelo arenoso y salino. Aunque su riqueza no es tan alta como en otros ambientes, se han identificado cerca de 291 especies de plantas vasculares, distribuidas en 73 familias, incluyendo angiospermas, helechos y licófitas. Entre las especies destacan los cactus típicos de caatinga, como el mandacarú, y elementos amazónicos como el pedorreiro, además de bromelias y lirios que florecen durante la temporada de lluvias.

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Los ambientes húmedos, como manglares y galerías ribereñas, son refugio de especies animales emblemáticas. Se han registrado al menos 112 especies de aves, muchas migratorias provenientes de Norteamérica, incluyendo al ibis escarlata y garzas. En los manglares y bordes ribereños habitan el caimán jacaretingá, el veado-mateiro y la paca.
También están presentes más de 42 especies de reptiles, entre las cuales destaca la tortuga endémica Trachemys adiutrix. Entre los mamíferos, se observan la nutria neotropical, el oncilla, el coatí, el tatú y el mamífero marino manatí, todos considerados vulnerables en la región.

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En las lagunas temporales se encuentran peces adaptados al ciclo de lluvias y sequía, como el pez lobo, que se entierra en el barro para sobrevivir los meses secos. Además, estos cuerpos acuáticos sirven de hábitat transitorio para insectos acuáticos y aves, como garzas y pelícanos, que llegan durante la estación húmeda.
¿Qué ver o hacer en el Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses?
Al entrar al Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses, lo primero que asombra es ese paisaje de dunas blancas infinitas que parece un desierto, aunque no lo sea del todo. El viento ha esculpido durante siglos una inmensa llanura de arena que puede alcanzar hasta 65 metros de altura y que se extiende por aproximadamente 155 000 hectáreas. Pero lo mágico sucede cuando, tras las lluvias de enero a junio, estas dunas cobran vida: el agua se filtra hasta chocar con una capa impermeable y forma miles de lagunas de agua dulce entre las arenas.

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Uno de los recorridos más populares es el que lleva a las lagunas más famosas, como Lagoa Azul y Lagoa Bonita. En estos paseos, puedes caminar por arenas suaves entre vegetación baja y disfrutar de un baño en aguas cristalinas. Lagoa Bonita es especialmente recordada por quienes suben la duna más empinada para verla, ya que desde la cima se aprecia un paisaje que parece no tener fin. En cambio, Lagoa Azul encanta por el contraste del agua verde esmeralda con la arena blanca.
Para quienes desean recorrer mayores distancias dentro del parque, existen excursiones en vehículos 4×4 o buggies que cruzan áreas de dunas, vegetación y hasta playas cercanas. Este tipo de aventura permite conocer lugares como Caburé o las llamadas “Pequeñas Arenas”, donde el agua y la arena crean paisajes únicos que cambian con la luz del día.

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¿Qué más hacer ahí?
Si prefieres la tranquilidad y el contacto más íntimo con la naturaleza, también hay caminatas de varios días entre los poblados de Atins y Santo Amaro. Estas travesías cruzan las dunas y las lagunas, con paradas para dormir en oasis donde viven familias que se adaptan al movimiento constante de la arena. Dormir allí y despertar entre dunas silenciosas y espejos de agua es una experiencia difícil de olvidar.
Otra forma de conocer la región es navegando por el río Preguiças. Desde Barreirinhas salen botes que recorren el río hasta su desembocadura en el océano. En el trayecto se visitan pueblos como Mandacaru y Caburé, donde se puede subir al faro o probar comida típica frente al mar. También se puede disfrutar del tubing por pequeños afluentes, dejándose llevar por la corriente entre vegetación ribereña.

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En Atins, el viento que sopla con fuerza durante buena parte del año convierte al lugar en un sitio ideal para practicar kitesurf, windsurf o stand-up paddle. Las lagunas y el río forman áreas seguras y tranquilas para quienes recién empiezan o desean perfeccionar su técnica. También es posible alquilar un kayak y explorar el entorno a ritmo lento.
Atardeceres y vistas panorámicas en el Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses
Quienes buscan una perspectiva distinta del parque pueden optar por un vuelo panorámico. Desde el aire, las dunas parecen olas y las lagunas forman un mosaico de colores brillantes que no se logra captar desde el suelo. Es una manera única de dimensionar la magnitud y belleza de este paisaje.

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Por la tarde, el parque regala algunos de los atardeceres más bonitos de Brasil. La luz cálida tiñe la arena de naranja, y las sombras crean formas que se mueven con el viento. En las noches, en las playas cercanas, a veces se puede ver bioluminiscencia: pequeñas luces en el agua causadas por microorganismos que brillan brevemente al contacto.
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Durante los paseos es posible ver aves migratorias, como garzas o ibis escarlata, además de reptiles y pequeños mamíferos. Algunos se dejan ver en los manglares o cerca de las lagunas. Esto convierte al parque en un lugar especial para los amantes de la fotografía, ya que cada ángulo tiene algo que mostrar.
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