Todo comenzó un martes de diciembre que —para sorpresa nuestra— no hacía frío, quizá era porque no había entrado el invierno, así que el buen clima aunado al misticismo de Tepoztlán comenzó a envolvernos desde nuestra llegada.
Las calles empedradas, la sonrisa de todos los habitantes, las actividades del lugar, rodeados por el cerro del Tepozteco fueron construyendo la fantasía de desconexión perfecta que te reto a vivir una vez al año, por lo menos.
Paraíso contemplativo en La Buena Vibra
Después de una clase de yoga riquísima con la maestra Tanya y Nala, una mezcla de yorkshire terrier con poodle bastante educada que estuvo observándonos desde un rincón, en la que, por mi ubicación en el salón, cercana a una ventana, los rayos del sol me iluminaban y hacían más amena y cálida cada posición, y un desayuno ligero pero energizante, procedimos a conocer cada rincón del hotel y spa La Buena Vibra, bajo la guía de Charlie, administrador de la escuela de Yoga y Meditación.
Fotos: Alicia Jiménez
La Buena Vibra cuenta con 4 hectáreas, de las que 2.5 son hermosos jardines. Tiene 56 habitaciones de diferentes categorías como las tradicionales (estándar, jr. suite, deluxe suite y master suite) y casas privadas para grupos familiares o de visitantes, pues también está enfocado en recibir turismo de reuniones, ofreciendo salones de conferencias y un salón de eventos —¡piénsalo!, si estás a punto de dar el sí para siempre, pues este destino podría ser perfecto para celebrar tan importante evento.
¿Qué más?
Este lugar busca relajar a los comensales con varios sitios hermosos como un estanque tipo japonés con peces que, de vez en cuando, atrae una que otra mariposa distraída que llega ahí para descansar breves segundos, dos estudios de yoga, infinidad de lugares para la meditación, tres albercas y actividades de las que te hablaré más adelante.
En el área clínica encontrarás el nirvana spa, dos temazcales, tres jacuzzis, circuito hidrotermal, sauna, dos baños de vapor, gimnasio completamente equipado, zona de terapia alternativa y más.
Foto: Alicia Jiménez
Por donde quiera que veas, encontrarás frondosa vegetación y exóticas flores, estatuas budistas, pajaritos volando, sin duda un ambiente que te va atrapando y sumergiendo en un paraíso contemplativo en el que te relajarás desde que llegas.
Si eres pet-lover, tenemos una buena noticia: el restaurante La Cascada y el Buddha Bar son pet-friendly, con ciertas restricciones.
Refugio sereno
En el Nirvana Spa hay masajes, tratamientos faciales, servicios como corte, manicure, pedicure, hidratación para el cabello, depilación, todo para renovar y purificar cuerpo y mente.
En el temazcal podrás recibir un tratamiento con sábila y miel y vivir rituales prehispánicos y de meditación que tienen como objetivo liberarte de tristezas, miedos y frustración.
Tuve la oportunidad de vivir la experiencia de vitality pool —ampliamente recomendada— que consistió en pasar del sauna a una piscina de hidromasaje de agua helada y luego a una alberca a temperatura ambiente. El proceso fue difícil, sobre todo yo que soy friolenta, pero valió la pena, pues esta actividad activa el sistema inmunológico, linfático y circulatorio, nos explicó Melissa, encargada del área.
Foto: Alicia Jiménez
Si te gusta más la convivencia con la naturaleza, no te preocupes, aquí ofrecen cabalgatas en un entorno seguro y tranquilo.
Después de esto, fuimos a comer un delicioso y saludable almuerzo, cosechado ahí mismo, pues, además de los inmensos jardines, cuentan con un huerto en el que siembran todos los alimentos que ofrecen en el menú de sus restaurantes. Degustamos chapatas de pechuga asada, fruta y una rica agua de sandía.
Pueblito de Paz
Por la tarde, Paul Witmond y Tanya Witmond, los dueños del lugar, nos explicaron previo a la inauguración que su prioridad es “proteger el entorno natural debido a su privilegiada ubicación”, por lo que trabajan con “programas de sustentabilidad” para construir y remodelar. También nos recordaron su lema “aprender, aceptar, iluminar y lograr”, y la misión del hotel, relacionada con el autoconocimiento y la reflexión.
Foto: Alicia Jiménez
La nueva área pretende expandir la oferta actual con un entorno de retiro para aquellos visitantes que buscan mayor paz y dar significado a sus vidas. Pueblito de Paz cuenta con 20 habitaciones, que pueden ser compartidas hasta por cuatro personas, restaurante de comida vegetariana y asiática, salones de yoga y conferencias, un salón de descanso al aire libre con chimenea, un buda traído desde Bali, y una estupa de iluminación, “un monumento budista que refleja la armonía y perfección de una mente iluminada e invita al desarrollo de un corazón puro y pleno”, según palabras de Tanya Witmond, proyecto apoyado y avalado por el Dalai Lama, entre otras cosas.
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Después del corte del listón y de conocer todos los rincones de esta zona, fuimos al área de arriba del restaurante para celebrar el nuevo espacio, donde pudimos hablar con Tanya sobre la historia del lugar. Y desde la terraza del bar, brindando con vino blanco y deliciosos bocadillos, vimos cómo el ocaso comenzaba a caer sobre el cerro del Tepozteco y sobre nosotros, entonces supimos que la aventura había terminado.
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