Desde que llegas a la entrada de los Duendes en Huaquechula, Puebla, se respira un ambiente de misticismo, pues no puedes acceder como algunos acostumbramos —y como algunas abuelitas dirían— “como Pedro por su casa”, tienes que tirar de un cordón que hace sonar una campanita colocada en lo alto de un árbol para pedir permiso a los curiosos habitantes del sitio, o al menos eso nos dijo que teníamos que hacer Hilario Reyes, quien, junto con su hermano Silverio, es creador del Páramo de los Duendes.
El terreno pedregoso en medio de la vegetación te comienza a predisponer a una fantástica aventura y de pronto, a unos cuantos metros del sendero se vislumbran los primeros seres, apoltronados debajo de un árbol, como si te estuvieran esperando.
Vas avanzando y te encuentras a más duendes, uno que llamó mi atención —no sé si por su estratégica colocación o porque me recordó al intro del programa Are you afraid of the dark? fue el que se encontraba en un columpio en el que parecía mecerse por sí mismo, sin embargo, el verdadero culpable del movimiento era el viento ligero, aunque… no estoy del todo segura.
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Los duendes, seres duales
Ya en el centro del lugar encuentras, a diestra y siniestra, a estos pequeños seres fantásticos que parecen escudriñar con sus curiosos y penetrantes ojos cada uno de tus pasos. No definiría como miedo la sensación que te da verlos y sentirte observado, más bien es un sentimiento de respeto y asombro hacia la naturaleza, pues Hilario nos explicó que en la cultura mexicana se les toma como guardianes de este tipo de espacios en los que aún predomina la vegetación.
Nuestro anfitrión y cofundador del páramo también nos comentó que comenzó este proyecto en Huaquechula debido a que los avistamientos de estos místicos seres se volvieron habituales, tanto en el centro como en la serranía de la localidad. Los duendes son seres duales que no tienen noción del bien ni del mal; de hecho, sus acciones tan sólo retribuyen el trato humano que se les da, contrario a la idea que muchas personas tienen acerca de que son criaturas traviesas o malévolas. Hilario recalcó que no es así y ahondó en el significado de la palabra duende, la cual, nos dijo, proviene del español antiguo: en el siglo XIII duen era apócope de dueño y se utilizaba para designar al duen de casa (dueño de una casa), aunque esta definición no se refiere exclusivamente a una propiedad, también puede aplicarse a un entorno natural, como el Páramo de los Duendes.
Amor y respeto por la naturaleza
Asimismo, nos contó que este lugar se creó bajo principios ecológicos, reutilizando materiales y aprovechando los recursos naturales, como árboles y demás vegetación, para crear un ambiente lleno de misterio en el que hasta el rumor del viento se escucha distinto.
Después de unos minutos, al encontrarnos con grandes y coloridas letras que dicen Huaquechula, vimos detrás de ellas varias casitas en las que supuestamente habitan los duendecillos, las cuales están hechas con materiales orgánicos o reciclados, que algunos considerarían basura, como botellas o trozos de madera que antes tuvieron otro uso. El interior de cada casa alberga minichimeneas, botellas con ingredientes mágicos y escaleras; todo para que realmente parezca que los duendes viven ahí.
Si eres valiente, en el Páramo de los Duendes en Huaquechula ofrecen un recorrido nocturno, en el que, además, recibirás una charla sobre la cosmovisión que se tiene de estos seres fantásticos y más criaturas.
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