Aunque sus playas son el principal atractivo del Pacífico mexicano, Manzanillo guarda muchas experiencias para quienes desean conectar con la naturaleza, la aventura y la historia del puerto más importante de Colima. Más allá del sol y la arena, hay senderos, miradores, santuarios naturales y recorridos que muestran otra cara de este destino lleno de vida.
Uno de los lugares favoritos de los amantes del ecoturismo es Peña Blanca, una zona virgen ideal para practicar senderismo, ciclismo o paseos en cuatrimoto. Su nivel de dificultad moderado la convierte en una opción perfecta para quienes buscan disfrutar de paisajes naturales y conocer el peñasco blanco que le da nombre.
A poca distancia del centro, el Cerro del Toro se alza como otra joya natural. Desde su cima se pueden observar aves, iguanas y muchas especies del ecosistema colimense. Es un sitio ideal para caminar, andar en bicicleta de montaña y disfrutar la paz del entorno, con el mar como fondo y el aire fresco que invita a quedarse un rato más.
También en el corazón de la ciudad está el Cerro de la Cruz, una ruta de senderismo que regala las mejores vistas de Manzanillo: la Laguna de Cuyutlán, el puerto interior de San Pedrito y el propio centro urbano. Según la temporada, es posible observar aves endémicas o migratorias que dan color al paisaje.
Para los más curiosos, la caminata hacia la Casa Abandonada, en el Cerro de Juluapan, ofrece un recorrido de casi dos millas con vistas increíbles de la Bahía de Miramar. En la cima, una vieja construcción sirve como mirador y punto de descanso. La pequeña cuota de entrada ayuda a mantener limpio este sendero muy querido por locales y visitantes.
¿Qué más en Manzanillo?
La observación de aves se ha vuelto otra actividad popular en Manzanillo. Con más de 450 especies registradas en Colima, los recorridos por la Laguna del Valle de las Garzas, Peña Blanca, el Cerro del Toro o el Estero Palo Verde permiten descubrir la riqueza y diversidad que habita en este destino.
También hay espacios dedicados a la conservación, como el Tortugario de Manzanillo, donde los visitantes pueden liberar tortugas al mar en una experiencia que conecta profundamente con la naturaleza, o el Iguanario Archundia, un santuario con más de 40 años de historia, administrado por una familia local y hogar de iguanas, mapaches, loros y jabalíes.
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Para cerrar el recorrido con un toque de color y tranquilidad, el Orquideario Viveplants ofrece una experiencia única que permite conocer el cultivo y cuidado de orquídeas y plantas exóticas en recorridos guiados. Además, es posible llevarse un recuerdo especial en su tienda de regalos.
Explorar Manzanillo más allá de sus playas es descubrir un destino de senderos, miradores y santuarios que invitan a desconectarse del ruido y reconectar con lo esencial. Ya sea caminando entre montañas, observando aves, liberando tortugas o admirando una orquídea, este puerto colimense revela su esencia más pura: un lugar donde la aventura y la calma van de la mano.
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