En Michoacán, la gastronomía es mucho más que comer: es una tradición viva, una historia que se cuenta a través del maíz, el fuego y las manos que cada día preparan los alimentos para dar identidad a la región. Algunos de sus platillos más representativos son los deliciosos uchepos y corundas; dos ejemplos que, además de ser sabrosos, reflejan la historia y el trabajo colectivo detrás de cada preparación.
Esta región de México, con su geografía variada, su clima generoso y raíces indígenas profundas, mantiene una identidad culinaria que se remonta a tiempos antiguos, donde el maíz siempre ha sido el corazón de su cocina. Platillos tradicionales como estos tamales lo demuestran claramente:
Uchepos
Uno de los favoritos de los michoacanos son los uchepos, tamales hechos con elote tierno molido, envueltos en hojas de maíz y cocidos al vapor.
Su origen está en la región de Tierra Caliente, que incluye municipios como Apatzingán, Churumuco, Huetamo, Carácuaro, Múgica, Nocupétaro, San Lucas y Tiquicheo. Hoy, los uchepos se preparan y disfrutan en todo el estado como un símbolo de orgullo culinario.
Su historia viene de la época prehispánica, cuando el maíz era sagrado y los tamales eran parte de rituales y celebraciones.
Son dulces y suaves, hechos con elotes y complementados con ingredientes como mantequilla, leche, sal o piloncillo. Se pueden disfrutar con crema, queso o una salsa de jitomate o tomate verde, convirtiéndose en un auténtico manjar.
El nombre “uchepo” viene del purépecha y significa “tierno” o “suave”, en referencia a la consistencia del maíz. Aunque se consideran tamales, son especiales porque se preparan con maíz tierno molido, al que se le puede agregar sal, azúcar o piloncillo, según se prefiera dulce o salado. La mezcla se envuelve en hojas de maíz y se cuece al vapor. Tras la llegada de los españoles, se incorporaron ingredientes como leche o azúcar, creando una fusión que refleja la historia mestiza del país.
Corundas
Las corundas son otro ícono de la cocina purépecha. También hechas de masa de maíz, se envuelven en hojas de caña y se doblan en forma triangular, aunque en su versión tradicional pueden tener hasta cinco puntas.
La masa se hace mezclando maíz nixtamalizado con manteca, leche o agua y sal; algunas regiones todavía usan el método ancestral de cocer el maíz en cenizas para obtener una masa más pura.
Pueden comerse solas, pero se vuelven festivas acompañadas de salsa verde o roja, queso Cotija —el único con denominación de origen—, crema y rajas de chile poblano o chilaca. A esto se le llama atapakua khurhúnda, que en purépecha significa corundas en salsa o mole.
Más que sabor, las corundas representan la fuerza de una cultura que ha resistido el tiempo, transmitiendo su cocina como un acto de amor y memoria colectiva.
Tanto los uchepos como las corundas ocupan un lugar especial en la cocina michoacana, que se encuentra en reuniones familiares, restaurantes, puestos callejeros, mercados y cocinas tradicionales que buscan mantener vivas las recetas de siempre.
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Si quieres probar estos platillos donde realmente saben a tradición, no dejes de visitar municipios como Morelia, Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Uruapan, Zamora, Paracho, Zitácuaro y Apatzingán. Allí se puede disfrutar de una cocina familiar, cálida, llena de historia y que ha sido transmitida de generación en generación.
Michoacán fue la inspiración por la que la Cocina Tradicional Mexicana fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Su gastronomía combina ingredientes locales, técnicas ancestrales y tradiciones purépechas que siguen vivas en cada tortilla, salsa y tamal, formando parte de lo que hoy se conoce como “El Alma de México”.










