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El odio al turismo es xenofobia

A lo largo de la historia, la movilidad en el ser humano se ha vuelto esencial, viajar y explorar, lo que ha permitido un rico intercambio cultural entre países

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Por: Ian Poot Publicado: 14/03/2025


El odio al turismo es xenofobia

Foto de Jo San Diego en Unsplash

En los últimos años, el rechazo al turismo ha ido en aumento en diversas partes del mundo, y México no es la excepción. Sin embargo, en muchos casos, este desdén por los visitantes extranjeros esconde una forma de xenofobia disfrazada de preocupación social. En un país cuya historia y cultura son el resultado de siglos de migraciones y mezclas, resulta paradójico que se busque imponer límites a un fenómeno que, en esencia, es tan antiguo como la humanidad misma.

Si analizamos la historia de México, encontramos que nuestras raíces provienen de constantes desplazamientos humanos. Los aztecas, por ejemplo, llegaron desde el norte y fundaron su imperio en el Valle de México, influenciados por culturas preexistentes como los toltecas. Aún más atrás, la teoría del Estrecho de Bering sugiere que los primeros habitantes de América llegaron desde Asia hace miles de años.

Foto de Alejandro Barba en Unsplash

Entonces, ¿qué significa “ser de aquí”? Muchos que hoy rechazan la presencia de extranjeros portan apellidos como Pérez, Gómez o González, que delatan su herencia española. La idea de una identidad puramente “mexicana” es una construcción moderna que ignora nuestra realidad mestiza y nuestra historia de intercambio cultural constante.

El debate sobre la gentrificación es un ejemplo de esta paradoja. En colonias como la Roma, que tras el terremoto del 85 quedaron en ruinas y fueron ignoradas por décadas, la inversión extranjera las transformó en barrios vibrantes y atractivos. Ahora, muchos exigen derecho a vivir en zonas que antes despreciaban o ignoraban.

Xenofobia y turismo

Es importante notar que los extranjeros no llegan a todo México, sino que se concentran en lugares específicos como San Miguel de Allende, la Riviera Maya, Chapala y colonias de la Ciudad de México como la Roma y la Condesa. Estos espacios experimentan una transformación hacia barrios más caros con mayor nivel de vida. En contraste, muchos barrios mexicanos permanecen sin cambios a pesar de contar con economías activas, como taquerías llenas de clientes que ni siquiera pueden costear una lona nueva.

Foto de Andreas M en Unsplash

La falta de crecimiento, en gran medida, también proviene de nosotros mismos. Duele aceptarlo, pero es una realidad. Mientras en algunas colonias la inversión mejora la infraestructura, en otras la gente sigue vandalizando los espacios, como una señora que un día arrancaba plantas de una jardinera en mi colonia o el taquero o negocio que vende mucho pero su negocio está sucio y nunca reinvierte en el mismo.

De la misma manera, se reclama el acceso a las playas bajo el argumento de que “son de todos”, pero las playas públicas están muchas veces descuidadas y sucias, mientras que las bien conservadas suelen ser aquellas donde hoteles y desarrollos privados han invertido en su mantenimiento.

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Impacto de las redes sociales

Mientras en las redes sociales se critica la llegada de turistas y expatriados estadounidenses, también se pide a los políticos que protesten contra medidas como el muro fronterizo de Trump, pues muchos mexicanos aspiran a emigrar en busca de mejores oportunidades. Exigimos la libertad de movernos a otros países mientras rechazamos la movilidad de otros hacia el nuestro, la realidad es que las fronteras son líneas imaginarias impuestas por los estados.  

En lugar de rechazar el turismo y la inversión extranjera, es más productivo abogar por modelos de desarrollo sustentable e incluyente, donde la riqueza generada beneficie a las comunidades locales. La clave no está en el rechazo, sino en la gestión inteligente de los recursos y oportunidades que la globalización nos presenta.

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