Un estudio reciente realizado en países europeos dio como resultado que plantar microbosques es diez veces mejor que otras estrategias para mitigar el cambio climático.
A pesar de que Países Bajos es un país relativamente pequeños, su territorio está bastante poblado. Cada ciudad cuenta con un promedio de 200 metros cuadrados de tierras baldías. Tomando en cuenta esto, las autoridades locales se han unido en una iniciativa internacional de reforestación urbana conocida como microbosques.
Se trata dedicar los espacios disponibles a que la tierra recupere su color verde. Esta iniciativa consiste en implementar un antiguo método japonés llamado miyawaki.
El sembrar árboles en espacios al azar puede resultar contraproducente, sobre todo para los ecosistemas urbanos que requieren de especies vegetales específicas.
Lee también:
Los mejores lugares para realizar ecoturismo en México
Foto: Picography / pixabay.com
Los microbosques, nueva técnica para salvar el planeta
La idea es plantar árboles en áreas reducidas, esta técnica hace que crezcan 10 veces más rápido que los monocultivos. La clave es preparar la tierra que se utilice con varios nutrientes. De esta manera, podrá recibir especies vegetales endémicas para propiciar su desarrollo de una manera saludable y sostenible.
Al realizar este experimento en Países Bajos, los resultados fueron casi inmediatos. Estos microbosques crecieron frondosamente en tan sólo un par de años.
Esto se debe a que al ser plantados muy cerca unos de otros, se impulsa la creación de un miniecosistema que autosostenible. Además, promueve la vida de aves, insectos y otros animales que pueden habitar en estos espacios.
El primer microbosque se fundó en Países Bajos hace cinco años. Foto: ivn.nl
Asimismo, a medida que los árboles van envejeciendo, ayudan a purificar el aire de las diferentes áreas urbanas en las que se encuentran.
La ingeniera forestal urbana Clara Manuel ha estado muy activa los últimos años, implementando de este método en diferentes ciudades de Países Bajos. Especialmente en ciudades más gentrificadas como Utrecht y Ámsterdam.
Para ella, esta iniciativa no es un simple acto de jardinería, ya que la experta los considera como “burbujas resilientes de naturaleza”.
