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Ruta Cultural

Descubre el mezcal en Oaxaca: ruta de sabores únicos

Guía del mezcal en Oaxaca: cultura, tradición y sabores únicos entre agaves, pueblos zapotecas y el alma del mezcal artesanal.

Por: Fátima Rivera Publicado: 05/11/2025


Descubre el mezcal en Oaxaca: ruta de sabores únicos

El mezcal en Oaxaca, es mucho más que una bebida: es cultura, tradición y herencia ancestral. Su nombre proviene del náhuatl mexcalli, que significa “maguey cocido”, y su producción artesanal ha pasado de generación en generación. Solo nueve estados de México cuentan con Denominación de Origen Mezcal, pero Oaxaca lidera con más del 80% de la producción nacional, convirtiéndose en el verdadero corazón del agave.

Cada mezcal posee un carácter irrepetible, influido por la variedad del maguey, el tipo de suelo y las técnicas de los maestros mezcaleros. En muchos pueblos zapotecas, esta bebida tiene un papel ceremonial, pues se le considera un vínculo sagrado entre los vivos y sus ancestros. Incluso la popular inclusión del “gusano” en las botellas surgió como una forma distintiva de rendir homenaje a la tradición oaxaqueña.

Consumido con moderación, el mezcal ofrece beneficios: es una bebida natural y libre de aditivos, rica en prebióticos del agave que favorecen la digestión, baja en calorías y sin gluten. Más allá de sus propiedades, su mayor virtud radica en fomentar la convivencia, el respeto y el disfrute consciente. Beber mezcal es saborear la historia, celebrar la tierra y honrar la vida al ritmo del fuego y el agave.

Santa María del Tule

Santa María del Tule es el punto perfecto para iniciar la Ruta Caminos del Mezcal. Este encantador pueblo de los Valles Centrales de Oaxaca debe su fama al majestuoso Árbol del Tule, un sabino de más de dos mil años, con 40 metros de altura y 45 de circunferencia, considerado uno de los más antiguos y voluminosos del mundo. En su corteza se esconden figuras que, según los guías locales, representan animales míticos y leyendas zapotecas.

Además, el Templo de Santa María la Asunción, con su hermoso retablo barroco del siglo XVII, ofrece un vistazo al esplendor colonial de la región. El Mercado de Artesanías es otro imperdible: textiles, tallados en madera, ropa tradicional y, por supuesto, mezcales artesanales elaborados con agave espadín y tobalá.

El visitante puede conocer de cerca el proceso de producción del mezcal en palenques tradicionales como Oro de Oaxaca y Benevá, donde se ofrecen recorridos guiados, catas y degustaciones. Santa María del Tule es, en esencia, una mezcla de historia, naturaleza y cultura, donde el pasado vive entre el aroma del agave cocido y la sombra del sabino eterno.

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San Jerónimo Tlacochahuaya

San Jerónimo Tlacochahuaya, en los Valles Centrales, es una joya cultural que combina arte, tradición y espiritualidad zapoteca. Su principal tesoro es el Templo y Ex Convento de San Jerónimo, construido en el siglo XVI y famoso por sus retablos barrocos ricamente decorados y su órgano histórico tubular del siglo XVIII, que aún conserva su sonido original.

En esta comunidad se respira cultura viva. Aquí perviven la lengua zapoteca, la música tradicional de viento y la Danza de la Pluma, una de las más representativas del estado. Los visitantes pueden recorrer el Museo Comunitario de Macuilxóchitl, con piezas arqueológicas locales, o el Centro Tierra del Sol, dedicado a la vida sustentable y la educación ambiental.

La ruta del mezcal cobra fuerza con paradas en palenques como El Rey de Matatlán, Casa Armando Guillermo Prieto —productora de Zignum y El Recuerdo de Oaxaca—, Casa Chagoya y el Parador Don Agave, donde se degustan mezcales de pechuga, tobalá o espadín junto con exquisitos platillos regionales.

San Jerónimo Tlacochahuaya ofrece un viaje sensorial entre rezos, aromas de agave cocido y la herencia viva de un pueblo que transforma el arte en tradición.

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Teotitlán del Valle 

A tan solo 30 minutos de la ciudad de Oaxaca, Teotitlán del Valle es un destino que fusiona el arte textil, la herencia zapoteca y la cultura del mezcal. Sus calles están llenas de talleres familiares donde se elaboran tapetes, sarapes y bolsas de lana teñidos con pigmentos naturales, como el añil o la cochinilla, utilizando telares de madera heredados por generaciones.

El Templo de la Preciosa Sangre de Cristo, del siglo XVII, destaca por su fachada de cantera labrada y sus pinturas religiosas. Además, el visitante puede recorrer la Casa del Pueblo Antiguo, un espacio que conserva el patrimonio histórico local, o aventurarse hacia la Presa Piedra Azul para disfrutar de la naturaleza y el avistamiento de aves.

Los talleres gastronómicos permiten aprender los secretos del mole zapoteco, el chocolate artesanal y otros platillos tradicionales. En cuanto al mezcal, palenques como Neepzahacg, Pensamiento y Global Maguey Azul abren sus puertas para mostrar el proceso artesanal, desde la cocción de las piñas hasta la destilación.

Teotitlán del Valle es un rincón donde el telar, el maguey y la montaña se entrelazan para contar la historia viva de Oaxaca.

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Tlacolula de Matamoros 

Tlacolula de Matamoros es sinónimo de tradición y comercio ancestral. Cada domingo, su famoso tianguis llena las calles de colores, aromas y sonidos: mujeres con trajes típicos, canastas de carrizo, mezcal artesanal y una variedad de productos que evocan los antiguos mercados prehispánicos.

Entre sus tesoros arquitectónicos destaca la Capilla del Señor de Tlacolula, joya del barroco mexicano del siglo XVI, decorada con relieves de cal y hoja de oro. Muy cerca se encuentra la Zona Arqueológica de Yagul, con el segundo juego de pelota más grande de Mesoamérica, y las Cuevas Prehistóricas de Mitla, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La ruta del mezcal se vive intensamente en palenques como El Maguey Espadín, La Ofrenda y el Rancho Zapata, donde además de conocer el proceso artesanal, se puede disfrutar de un restaurante gourmet con los mejores sabores oaxaqueños.

Tlacolula es también hogar del Zoológico Yaguar Xoo y de la Zona Arqueológica de Lambityeco, rica en vestigios zapotecas. Este destino resume la esencia de Oaxaca: comercio, cultura, arqueología y mezcal en un solo lugar.

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San Pablo Villa de Mitla – Pueblo Mágico

Conocida como “La Ciudad de los Muertos”, San Pablo Villa de Mitla es un Pueblo Mágico que guarda una de las zonas arqueológicas más emblemáticas de México. Aquí, los tableros de piedra forman grecas únicas que decoran templos, textiles y artesanías, símbolo eterno de la cosmovisión zapoteca.

El Templo de San Pablo Apóstol, construido sobre una pirámide prehispánica, es un testimonio del mestizaje cultural entre el mundo indígena y el colonial. En los alrededores abundan talleres textiles donde las familias locales elaboran tapetes, manteles y bufandas con diseños inspirados en las grecas de Mitla.

Pero el alma del pueblo está en sus palenques. Fábricas como Real Matlatl, El Rey Zapoteco, Laní, El Sabino y Mezcal del Amigo producen mezcales de agaves como tobalá, madrecuixe y coyote, ofreciendo recorridos y degustaciones.

Visitar Mitla es recorrer un museo viviente: arqueología, artesanía y mezcal se funden en un entorno mágico que invita a contemplar la historia entre copas de cristal y notas de humo.

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Santiago Matatlán – Capital Mundial del Mezcal

Santiago Matatlán, fundada en 1575, es reconocida internacionalmente como la Capital Mundial del Mezcal. Sus paisajes están tapizados de agaves y sus calles respiran tradición. El Templo de Santiago Apóstol, del siglo XVII, es su joya arquitectónica y punto de partida para recorrer los palenques que dan fama al municipio.

En el Museo Comunitario Taa-Guilreiñ (“Cerro de Sangre”), los visitantes descubren la historia del mezcal y su importancia en la vida matateca. Aquí, cada familia guarda secretos en el proceso artesanal: cocción en hornos de piedra, molienda con tahona, fermentación natural y destilación en cobre o barro.

Entre los palenques más destacados están Mezcal Mal de Amor, El Rey Zapoteco, Real Matlatl, Dainzú y El Sabino, donde el visitante puede degustar mezcales de espadín, tobalá o pechuga mientras observa el proceso tradicional.

A unos kilómetros, el Rancho Jabalín ofrece senderismo, ciclismo y observación de fauna silvestre. Santiago Matatlán es más que un destino: es el corazón líquido de Oaxaca, donde cada gota de mezcal cuenta una historia de fuego, tierra y espíritu ancestral.

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