Hay lugares cuya atmósfera puede describirse como “pesada” o rara, por decir lo menos, y este es el caso del inmueble ubicado en el número 59 de la calle Independencia de la ciudad de Querétaro, conocido popularmente como la Casa de la Zacatecana, donde, cuenta la leyenda, ocurrieron atroces crímenes en nombre de la pasión.
El nombre que se le dio a esta finca se debe al origen de la protagonista de la leyenda que encierra entre sus muros, una mujer procedente de Zacatecas que, con su esposo, llegó a vivir a Santiago de Querétaro y ante la sociedad de su época, eran una pareja próspera y feliz. Sin embargo, tiempo después esa imagen cambiaría de manera drástica.
Antes de iniciar el recorrido por las diferentes salas que conforman el actual Museo Casa de la Zacatecana, personal del lugar muestra un video en el que se da a conocer la primera parte de la leyenda. Aunque puede tomarse fotos en el interior de la casona, está estrictamente prohibido grabar el material audiovisual que se presenta.
El museo está conformado por 11 salas en las que se presentan diversas piezas de arte decorativo como cristalería, porcelanas y muebles de maderas preciosas, así como obras de arte sacro, pinturas y esculturas, objetos que datan desde la época de la Colonia hasta principios del siglo XX, todos ellos reunidos y donados por José Antonio Origel Aguayo, fundador del museo.
La leyenda
La pareja que marcó para siempre la historia de este inmueble llegó a Querétaro, atraída por el auge de la minería, a inicios del siglo XIX, acompañada únicamente por su servidumbre de confianza. Las largas ausencias del marido por cuestiones de trabajo motivaron las habladurías entre los pobladores de la ciudad y la convicción de que la Zacatecana tenía por amante a uno de sus sirvientes, aunque este hecho nunca fue comprobado.
Según la leyenda, por órdenes de la Zacatecana, el amante asesinó al marido al regreso de uno de sus viajes y sepultó el cuerpo en el patio trasero de la casa. Ante la prolongada ausencia del esposo, crecieron los rumores sobre la supuesta infidelidad de la señora de la casa y ésta, en un desesperado intento por acallar los señalamientos hacia su persona, mató a su amante… y lo enterró en el mismo sitio en el que yacía el cadáver de su esposo.
A principios del siglo XX, mientras se realizaban algunas obras en la propiedad, fueron hallados dos esqueletos que se cree son los del esposo y del amante de la Zacatecana, mismos que actualmente puede observarse a través de un vidrio, dispuestos en una especie de cámara subterránea en el patio central de la casa.
Vibras extrañas
Sea verdad o no lo que cuenta la leyenda, lo cierto es que en el interior de la casa, especialmente en algunos de sus rincones, se percibe una atmósfera extraña, vibras “raras”, sobre todo en la Sala 5, donde se encuentra una recámara del Porfiriato y un maniquí con un vestido de época que representa a la Zacatecana.
También en la sala contigua, la número 6, donde se puede apreciar 53 Cristos de diversas épocas entre los siglos XVII y XX, y de diversos materiales, como bronce, pasta y marfil, se siente esa energía “pesada”. Lo mismo pasa en la 8, donde el tic-tac de 43 relojes de diferentes épocas añade más dramatismo a la sensación que se experimenta.
Trágico final de la Zacatecana
Los crímenes ocurridos en la Casa de la Zacatecana no terminaron con las de los dos hombres, la misma protagonista de la leyenda tuvo un final por demás trágico, ya que fue asesinada a puñaladas en sus aposentos y después, el cuerpo fue sacado de la casa y abandonado en una acera viendo hacia la antigua Plazuela de las Tamboras.
Jamás se supo quién o quiénes cometieron el horrible crimen, pero por si ese final fuera poco, después el cadáver fue colgado de uno de los balcones de la casa, quizá como advertencia de la suerte que corrían las mujeres pecadoras e “impuras”, cuenta la leyenda…