Uno de los atractivos principales del tradicional paseo en trajineras de Xochimilco es la visita a la Isla de las Muñecas, se trata de un sitio a orillas de los canales, en donde hay una gran cantidad de muñecas viejas colgadas en los árboles.

Para todos los que visitan el lugar, aun sin conocer la historia que existe detrás, resulta bastante tenebroso el sitio; dicha historia ocurrió hace años y tiene como protagonista a Don Julián Santana Barrera, quien según la leyenda, era el guardián de la isla.

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Un día, haciendo su habitual rondín, Don Julián se encontró con una pequeña niña que luchaba por no ahogarse, cerca de la orilla del lago. Desesperado, él trató de salvarla, pero ya era demasiado tarde. La pequeña habría perdido la vida por causas “desconocidas y extrañas”.

Los días pasaron y Don Julián aseguraba que el espíritu de esa niña lo atormentaba sin descanso, pero un día encontró una muñeca flotando a orillas de su isla y pensando que era de la niña que había muerto días antes, la colgó en un árbol, para rendirle honor.

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Meses después, Don Julián aseguraba que el espíritu de la niña seguía atormentándolo, ahora a través de la muñeca, a la que según él, había poseído.

En su desesperación, aquel hombre buscó la manera de apaciguar al espíritu que lo perseguía y pensó que colgando más muñecas -que recogía de cualquier lugar- en los árboles, podría protegerse.

El tiempo pasaba y más muñecas eran colgadas por Don Julián, lo que no esperaba, según el, es que el espíritu también tomara posesión de las demás muñecas.

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La gente cuenta que Don Julián cambió completamente su personalidad después del incidente, se quedó en la isla, pero su carácter ya no era el mismo. Las personas aseguraban que era él quien estaba poseído y no las muñecas.

En 2001, el protagonista de esta historia fue encontrado sin vida, justo en el mismo lugar en el que él decía haber encontrado a la niña años atrás.

Algunos dicen que se sentía culpable por no haber podido salvarla y que por eso había perdido la razón, pero hay quien dice que todo, desde el supuesto descubrimiento del cuerpo, sólo fue producto de la imaginación de Don Julián.