Como en muchos otros sectores, la pandemia de COVID-19 expuso la fragilidad del turismo global, llevando a muchas empresas a la quiebra y dejando a millones sin empleo. Adicionalmente, la industria enfrenta desafíos constantes, como desastres naturales, políticas adversas y fluctuaciones económicas. La pregunta que surge es si el turismo muestra resiliencia ante estas adversidades o si, por el contrario, se trata de un acto de masoquismo, donde las pérdidas y los riesgos superan los beneficios.
La resiliencia en el turismo se manifiesta en la capacidad de los destinos y las empresas turísticas para recuperarse rápidamente de las crisis. Un ejemplo claro es la recuperación de lugares como Nueva Orleans después del huracán Katrina o las ciudades afectadas por el tsunami en el sudeste asiático. Estas regiones no solo se recuperaron, sino que en muchos casos lograron mejorar sus infraestructuras y servicios turísticos. La clave de esta resiliencia radica en la planificación y gestión de riesgos, la innovación y la colaboración entre el sector público y privado, así como el apoyo de la comunidad local.
Por otro lado, algunos críticos argumentan que la insistencia en mantener y desarrollar el turismo en áreas vulnerables, o volver vulnerables aquellas que no lo eran, es una forma de masoquismo económico y social. Las inversiones significativas en infraestructuras que pueden ser destruidas por desastres naturales, la dependencia de una industria susceptible a crisis globales, el impacto negativo en el medio ambiente y las comunidades locales, así como la falta de apoyo oficial en materia de promoción, difusión e infraestructura básica son aspectos que no pueden ser ignorados.
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Diferencia entre resilencia y masoquismo
La diferencia, no equilibrio, entre resiliencia y masoquismo en el turismo depende en gran medida de la sostenibilidad y la responsabilidad social. Los destinos que adoptan prácticas sostenibles y responsables, la verdadera herencia para las futuras generaciones, pueden mitigar algunos de los riesgos asociados con el turismo.
En la coyuntura de las transiciones gubernamentales (también las del sector privado: cámaras, asociaciones, agencias de viaje, motores tecnológicos, etc.), el turismo puede ser visto tanto como una muestra de resiliencia ante las adversidades o como un acto de masoquismo o sufrimiento sin redención, con un deterioro o extinción consecuentes, cuando los riesgos y las pérdidas superan los beneficios.
La clave está en encontrar un equilibrio sostenible, donde las políticas y prácticas adecuadas permitan a los destinos turísticos no solo recuperarse de las crisis, sino también prosperar a largo plazo. El futuro del turismo dependerá de nuestra capacidad para aprender de las crisis pasadas y adaptarnos a los desafíos futuros con una visión responsable y sostenible.
Hay resiliencia, palabra de moda, cuando superamos los efectos de la pandemia, nos reponemos a los embates de un huracán o de un terremoto, o incorporamos prácticas de sustentabilidad y sostenibilidad para recuperar y superar niveles deteriorados por estos fenómenos.
Hay masoquismo cuando soportamos restricciones en el visado como el Travel Ban de Trump o el aumento destructivo de impuestos al turismo en España. Más cerca, cuando desaparece el organismo promotor del turismo en México y, literalmente, nos oscurece ante los ojos del mundo.
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¿Qué más? Turismo
Susanne Becken (profesora de Turismo Sustentable en la Griffith University) hace una excelente diferenciación y, en términos positivos y propositivos, señala cómo las comunidades turísticas pueden adaptarse y recuperarse de fenómenos adversos, de cómo superarlos y de lo negativo de “aprender” a convivir con ellos.
Con base en la experiencia, el sector más importante de la economía debe de exigir y obtener políticas públicas que no sean contraproducentes en el turismo. Es crucial que los gobiernos balanceen la necesidad de regulaciones y seguridad con la promoción y generación de un entorno atractivo y accesible para los turistas.
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La capacidad de un país para atraer y gestionar turistas depende en gran medida de su infraestructura y de la confianza que proyecta en su manejo de proyectos a gran escala. Este caso resalta la importancia de la planificación a largo plazo y la necesidad de decisiones políticas que fomenten la estabilidad y el crecimiento sostenible del turismo. DEBEMOS SUPERAR LAS ADVERSIDADES, NO SUFRIR Y SOPORTAR SUS CONSECUENCIAS…
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