Dicen que cuando dos actores del sector se pelean, todo el turismo paga los platos rotos. Y justo eso podría pasar con la ruptura de la alianza entre Delta Airlines y Aeroméxico, ordenada por el Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT) a partir del primero de enero de 2026.
La alianza permitía a ambas aerolíneas coordinar vuelos, precios y horarios entre México y Estados Unidos. La alianza inició en 2017 para dar más eficiencia, más vuelos y mayor competitividad, y se sustentaba en una lógica de integración profunda entre dos aerolíneas que ya tenían relación accionaria y comercial desde años antes. Delta es accionista de Aeroméxico, por cierto.
Pero ahora Washington dijo “basta”; consideró que afectaba la competencia y que las políticas mexicanas, unilaterales, en el AICM, no ayudaban a los objetivos de la sociedad.

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Con objetividad y fuera de nacionalismos ramplones, con la ruptura, se pierden los beneficios de coordinación plena, aunque seguirán algunos códigos compartidos y programas de viajero frecuente.
Si nos preguntamos si esta ruptura afecta al turismo nacional, la respuesta es un rotundo sí. Recordemos, querido lector, que Estados Unidos es el principal emisor de turistas hacia México. Menos coordinación significa posibles alzas de precios en ciertas rutas, menos frecuencias o itinerarios menos cómodos, sobre todo para ciudades llamadas secundarias como Querétaro, León o Monterrey.
Para el viajero significa más escalas; un viaje de negocios que antes era directo, ahora puede tener 2 vuelos y horas extras de conexión.

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Las afectaciones no son de igual intensidad a nivel regional, el Caribe mexicano sufrirá un poco menos, por ahora. Cancún, Cozumel o Los Cabos tienen múltiples aerolíneas de Estados Unidos compitiendo, el efecto será menor y, salvo el revés de los Derechos de No Migrante (DNR), los precios se mantienen más estables, el golpe real está en las ciudades que no son “sol y playa” y dependen de pocas rutas directas.
No somos profetas del desastre, hay antecedentes con datos duros. Cuando American y LATAM rompieron su alianza en 2019, varias ciudades chicas perdieron conectividad.
Cuando la justicia en Estados Unidos deshizo la alianza American–JetBlue, en mercados grandes bajaron precios, pero en rutas pequeñas subieron y se complicó la conectividad.
El resultado final afectará el número de turistas y la derrama económica, pero la amortización del golpe depende de cuántos rivales entren a llenar el vacío y si pueden superar la regulación pro AIFA.
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Reiteramos, hay que estar atentos, 2026 no solo trae este quiebre, también conlleva un incremento ya anunciado a nivel presupuestal, de costos para visitantes (los famosos DNM). Tampoco podemos omitir una violencia que no da tregua y su impacto en el sector.
Resumiendo, en turismo no hay fidelidad eterna. Hoy México es atractivo, pero si viajar se vuelve más caro, más complicado o más inseguro, mañana el visitante va a elegir otro destino. La ruptura Delta–Aeroméxico es una alerta: o se abren más opciones y se cuida el costo total del viaje, o el país corre el riesgo de perder visitantes justo cuando más los necesita.





