Rincones de Morelia que enamoran por su historia y tradición
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Rincones de Morelia que enamoran por su historia y tradición

Morelia sorprende con historia, arquitectura, sabores y tradiciones. Su centro, templos, acueducto y dulces típicos hacen que cada visita se sienta única

Por: México Ruta Mágica Publicado: 28/11/2025


Rincones de Morelia que enamoran por su historia y tradición

Morelia, la capital de Michoacán, es uno de esos lugares que cualquier viajero quiere conocer. Esta ciudad colonial guarda rincones llenos de historia, sabor y tradición, perfectos para caminar sin prisa y descubrir lo que la hace tan especial. Aquí aparecen algunos de esos sitios que vale la pena visitar cuando se está en esta tierra.

El recorrido por Morelia empieza en su hermoso Centro Histórico, donde se levantan más de 200 edificios antiguos que mezclan estilos barroco, neoclásico y plateresco. También tiene 15 plazas construidas con la famosa cantera rosa típica de la zona. Por todo esto, la UNESCO lo nombró Patrimonio de la Humanidad en 1991.

Entre las visitas infaltables está el Templo Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, una obra imponente decorada en oro que se convirtió en un símbolo de fe. Fue construido entre 1708 y 1716, y su interior fue decorado en 1915 por Juan Orta, un artesano indígena con gran talento. En 1967, el santuario pasó a formar parte de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Otro punto que siempre llama la atención es la Fuente de las Tarascas, uno de los monumentos más representativos de Morelia. Sus tres figuras purépechas sostienen una batea llena de frutos de la región, y este símbolo se conecta con otros lugares importantes como el Acueducto y la Calzada de Fray Antonio de San Miguel.

La calzada es perfecta para caminar con calma, pasar el rato en familia o simplemente observar la vida cotidiana. El Acueducto, ubicado en el cruce de avenida Francisco I. Madero Oriente y la carretera Morelia–Toluca, fue construido entre 1728 y 1730, después de derrumbar el primero del siglo XVI por fallas en su diseño. Es considerado uno de los acueductos más bonitos del país. En su mejor momento llegó a medir siete kilómetros, aunque hoy se conservan 253 arcos que cubren un tramo de mil 700 metros.

Si se habla de construcciones impresionantes, Morelia guarda más tesoros, y la Catedral es el más querido. Su construcción comenzó en 1660 y terminó en 1744. Por fuera luce la clásica cantera rosa con estilo barroco tablerado, y por dentro domina una decoración dórica con detalles neoclásicos. Además, tiene el octavo órgano más grande del mundo, llamado San Gregorio Magno.

En este recorrido también aparecen el Templo de Santa Rosa de Lima, el Conservatorio de Las Rosas y el Centro Cultural Clavijero, que antes fue un colegio Jesuita. Su cúpula octagonal es una verdadera joya. En el mismo edificio se encuentran el Teatro Rubén Romero, La Tesorería y la Biblioteca de la Universidad Michoacana.

Al seguir caminando por el corazón de Morelia, los enamorados suelen encontrar su sitio favorito en el Callejón del Romance, un rincón muy querido de la ciudad. Esta calle lleva el nombre del poema “Romance de mi ciudad”, del artista moreliano Lucas Ortiz, y mientras uno avanza puede leer fragmentos de esa obra escritos en las paredes.

Después de tanta arquitectura, aparece un lado más dulce: la tradicional dulcería de la Calle Real y el Museo del Dulce. La dulcería, orgullosamente moreliana, tiene más de 180 años manteniendo viva la tradición con ates, rompopes, mazapanes, chocolates, morelianas, obleas, panqués, mermeladas y un sinfín de productos artesanales.

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También hay una tienda de juguetes hechos por artesanos de la región, con precios accesibles que van desde los 50 hasta los 200 pesos. Además, cuenta con un restaurante y una cafetería llamada “El Patio de Atrás”, donde sirven chocolate casero, café delicioso y postres muy vistosos. En el museo, los visitantes pueden conocer paso a paso cómo se elaboraban los dulces en conventos y casas morelianas durante la Colonia, así como su evolución hasta llegar a las primeras fábricas, todo dividido en cinco salas.

Y como hablar de Morelia también es hablar de comida, no puede faltar el famoso gazpacho moreliano. Este postre tradicional se prepara con mango, jícama y piña picados, mezclados con jugo de naranja y limón, queso Cotija, cebolla, sal y chile negro. Algunas personas le agregan pepino, sandía, cilantro, chamoy o tajín. Es ideal en cualquier temporada, aunque cuando hace calor sabe todavía mejor. Se encuentra fácilmente en muchos puestos del centro.

Todas estas recomendaciones son solo una probadita de los lugares que hacen especial a Morelia y una razón más para entender por qué Michoacán es “el alma de México”.

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