Costalegre no es solo un destino, es un territorio lleno de vida, un corredor natural donde el mar se encuentra con la selva y cada amanecer se siente como algo nuevo. En esta franja del Pacífico jalisciense, entre Cabo Corrientes y Cihuatlán, la naturaleza se muestra sin filtros: manglares que se mecen con la marea, playas donde llegan las tortugas marinas a anidar, y esteros que albergan aves, peces y reptiles, llenando el paisaje de vida y color.
Aquí, lo que más se disfruta es la tranquilidad, los silencios bajo cielos estrellados y el privilegio de observar la vida moverse libremente.
Uno de los lugares más vivos de esta biodiversidad es la Reserva de la Biosfera Chamela-Cuixmala, un santuario que parece detenido en el tiempo. Entre árboles de guamúchil y ceibas gigantes, habitan ocelotes, jabalíes, boas y más de 270 especies de aves, desde diminutos colibríes hasta tucanes de colores brillantes. Los senderos de la reserva invitan a caminar despacio, escuchar el murmullo de los insectos y sentir cómo la selva respira al amanecer.
Muy cerca, el paisaje cambia en la Bahía de Chamela, un conjunto de pequeñas islas que brillan como esmeraldas sobre el mar turquesa. Con playas casi vírgenes y una biodiversidad única, este destino tiene la mayor cantidad de islas e islotes de México, ofreciendo refugio para muchas especies y una experiencia inolvidable para quienes buscan aventura y calma.
Un poco más al sur, la Bahía de Tenacatita se presenta como un santuario de vida costera. Rodeada de manglares, es hogar de garzas, pelícanos, iguanas y peces de colores que nadan entre raíces sumergidas. Uno de sus atractivos principales es el Estero de La Vena, perfecto para recorrer en lancha o kayak. Sus túneles de vegetación albergan gran variedad de aves, creando un escenario ideal para los amantes del ecoturismo y la observación de fauna.
Te recomendamos:

Guía exprés: qué hacer en un fin de semana en Costalegre
Costalegre, entre montañas y mar, invita a desconectarse, disfrutar playas, manglares y pueblos tranquilos en un fin de semana lleno de calma
Más adelante, Punta Pérula muestra una postal que parece de otro tiempo. Sus aguas tranquilas y cristalinas forman parte de la bahía protegida de Chamela, hogar de tortugas marinas, mantarrayas y bancos de peces tropicales. Por la noche, en un recorrido por la Bahía de Chamela, los visitantes pueden ver el vuelo de murciélagos, un fenómeno que convierte la puesta de sol en un espectáculo mágico y único.
Costalegre es, en esencia, un santuario en movimiento. Un lugar donde la vida aún sigue su ritmo natural y donde cada rincón invita a mirar, escuchar y sentir. En tiempos donde todo corre, este destino recuerda lo más valioso: detenerse… y dejarse abrazar por la naturaleza.







