Nayarit es una tierra llena de sabores con historia, paisajes que enamoran y una cultura que sigue viva. Aquí, los viajeros pueden descubrir una parte poco conocida pero deliciosa a través de la divertida Ruta del Chocolate. Esta experiencia no es solo para quienes aman el cacao; es un viaje que va directo a las raíces de México, a sus pueblos, a su gente y a una forma antigua de entender el mundo que aún se respira en esta región donde el chocolate tiene un significado más profundo que solo el sabor.
El cacao tiene historia en Nayarit. No está ahí por casualidad. En zonas como la Sierra de Vallejo, desde tiempos antiguos, se ha cultivado este fruto con alma. Hoy, iniciativas como Planeta del Cacao y la Ruta del Chocolate recuperan ese pasado y lo transforman en algo más que turismo: apoyan a la economía local, protegen la naturaleza que lo rodea y dan valor a las tradiciones que aún viven en estas comunidades que abrazan el cacao como parte de su identidad.
Si alguien busca actividades con sabor auténtico, diferentes y que realmente dejen huella, la Ruta del Chocolate en Nayarit no se puede dejar pasar. Aquí no se trata solo de probar chocolate, sino de vivirlo. De prepararlo con tus propias manos, de entender su historia y sentirlo como algo que forma parte de lo que hace único al pueblo nayarita. Es una forma deliciosa de conocer el estado desde adentro.
Ruta del Chocolate con sabor a pueblo
Al sur de Amatlán de Cañas, el cacao se convierte en la mejor guía para explorar una zona con historia y costumbres vivas. La Ruta del Chocolate empieza en la casa de Mamá Lola, un espacio especial donde el cacao tostado llena el aire y se preparan trufas, galletas y dulces con técnicas que vienen del pasado. Ahí se aprende desde el tostado hasta el sabor final, en una experiencia cercana, cálida y que huele a tradición.
El recorrido no se queda ahí. Continúa por el centro del pueblo y por la Barranca de Oro, donde hay una iglesia que guarda piezas de oro del siglo XVIII. Después, se visita El Rosario, conocido por su cacahuate, sus mazapanes y la antigua hacienda Estancia Los López. Y para cerrar con broche de oro, está El Manto, un balneario de aguas termales perfecto para descansar después de tanto aprender, caminar y probar. Un sitio ideal para relajarse entre paisajes naturales.
Cacao y un jardín para los sentidos
En la región de Riviera Nayarit, dentro del poblado de Tondoroque, se encuentra Planeta del Cacao, un jardín museo interactivo que nació con la idea de cuidar, enseñar y celebrar el cultivo del cacao nativo. Es un sitio hecho con amor por el cacao. Los aromas del fruto tostado, las bebidas antiguas que ahí se prueban y el entorno natural hacen que la visita sea toda una experiencia para los sentidos, especialmente para quienes quieren conocer el origen del chocolate.
En Planeta del Cacao, la experiencia no es solo para mirar: es para tocar, saborear y aprender. Quien va, participa, degusta y se llena de aromas y saberes antiguos. Y lo mejor es que este proyecto quiere motivar a los jóvenes a valorar el cacao como parte de su identidad. Se puede recorrer con Travesía Cora, quienes guían entre los árboles de cacao y muestran cómo se cocina a la manera prehispánica, desde el tostado hasta moldear tu propia barra.
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Chocolate con legado del grano a la tablilla
En Ixtlán del Río, que es un Pueblo Mágico, la tradición chocolatera sigue viva gracias a familias como la de Chocolate Ma Nena. Esta chocolatera artesanal lleva más de 100 años trabajando el cacao en El Rosario, Nayarit. Quien la visita aprende sobre la historia del chocolate, sus raíces y cómo se elabora con ingredientes como cacao, canela, almendras y azúcar. Todo el proceso es manual, desde tostar los granos hasta hacer la mezcla que se convertirá en chocolate.
Los visitantes no solo observan, también participan. Pueden moler el cacao y ver cómo se hacen las tablillas de chocolate de mesa, incluso preparar una para llevársela de recuerdo. Es una experiencia cercana, cálida y muy humana. Aquí se nota la pasión de quienes llevan generaciones trabajando con cacao. Es una forma de entender la cocina nayarita y su legado desde una mirada distinta, más íntima, más personal.
Saborea el alma del cacao con la Ruta del Chocolate
En Amatlán de Cañas, uno de los grandes tesoros culinarios es la preparación artesanal de chocolate y cacahuate. Ambos tienen una fuerte conexión con la cultura local y quienes los elaboran lo hacen con dedicación y cariño. Uno de los puntos clave es el Corredor del Chocolate, donde la señora Olga Lidia recibe a los visitantes para mostrar cómo se tuesta el cacao en comales de barro y se muele en piedra volcánica hasta formar una pasta espesa, oscura y fragante.
En ese lugar, es casi obligatorio probar una taza de chocolate de metate con canela. Su sabor es profundo y la textura un poco granulada, como debe ser un chocolate hecho a la antigua. Es un momento especial, casi ritual, para saborear el alma del cacao tal como lo hacían generaciones pasadas. Quienes prueban esta bebida, no solo la disfrutan: conectan con la historia de Nayarit a través del gusto y del calor de una receta que ha sobrevivido al tiempo.
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Nayarit no es solo mar y sol. Es también un estado que se saborea diferente. Tiene aventuras rurales, experiencias que van más allá del turismo y sabores que cuentan historias. La Ruta del Chocolate es una invitación a conectar con el alma de este lugar, a descubrir su cultura desde sus pueblos, y a vivir una experiencia que despierta todos los sentidos. Es un viaje que se recuerda con cada mordida y se siente desde el primer momento.
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