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Ruta Cultural

Barra de Cazones: paraíso natural en la costa veracruzana

Barra de Cazones: un paraíso en Veracruz donde el río y el mar se encuentran, con playas, manglares, tortugas y leyendas por explorar.

Por: México Ruta Mágica Publicado: 17/07/2025


Barra de Cazones: paraíso natural en la costa veracruzana

Barra de Cazones, en la costa norte de Veracruz, es un rincón donde el río y el mar se abrazan para dar vida a un paisaje de ensueño. Con sus playas tranquilas, manglares misteriosos y esteros vibrantes, este destino es un santuario de biodiversidad y tradición. Aquí, el tiempo transcurre despacio, entre canoas, aves y la brisa salada que acaricia las palmas.

Cada octubre, el milagro de la vida se repite con la liberación de tortugas marinas, protegidas en el tortugario local, donde especies como la lora, la carey y la verde regresan al mar. Los viajeros pueden sumergirse en arrecifes de coral, remar entre manglares, o descubrir leyendas en el islote Farallón, antiguo refugio de piratas.

El alma de la región se saborea en su cocina: pescado en hoja de totomoxtle, tamales de mariscos y ceviches frescos cuentan historias del mar y la tierra. Sus calles sencillas y casas de colores reflejan la calma de un pueblo que conserva su esencia.

A tan solo 35 kilómetros de Poza Rica, Barra de Cazones es un secreto bien guardado de Veracruz, donde cada paso invita a explorar, a sentir y a reconectar con la naturaleza en su forma más pura.

Playa Barra de Cazones

Barra de Cazones es un refugio junto al Golfo de México donde el tiempo parece detenerse. Su playa principal es amplia y serena, ideal para caminar descalzo, tenderse al sol o dejarse mecer por las olas. Lo que más disfrutan los visitantes es el ambiente tranquilo, familiar y el sabor incomparable de sus mariscos recién salidos del mar.

Desde un malecón pintoresco, de muros coloridos y vista panorámica, se puede observar el vaivén del oleaje, los barcos que regresan con la pesca del día y la vida cotidiana de un pueblo costero que aún conserva su esencia.

La arena, dorada y suave en algunas áreas, se torna más gruesa y mezclada con conchas marinas en otras. Aquí la naturaleza no ha sido pulida por el turismo masivo; es auténtica. Por eso, es recomendable llevar sandalias o zapatos acuáticos si se desea explorar a fondo. Muy cerca de la playa, se puede observar la desembocadura del río Cazones, que se funde con el mar en un espectáculo de agua dulce y salada que transforma el paisaje en una danza de colores y reflejos.

En las tardes, la playa se tiñe de naranja y violeta, y el malecón se llena de familias, pescadores y visitantes que encuentran en la sencillez del lugar una belleza difícil de explicar, pero imposible de olvidar.

Javier Bautista. – Facebook – Foto

Río Cazones

El río Cazones es el alma líquida de este pueblo veracruzano. Nace en la Sierra Madre Oriental y serpentea hasta fundirse con el mar justo en Barra de Cazones, donde se convierte en una vía de vida, cultura y recreación. Aquí, el río no solo es un accidente geográfico: es un escenario vivo de paisajes verdes, espejos tranquilos y tradiciones que se transmiten en silencio.

Los recorridos en lancha por el río son una de las actividades favoritas de quienes buscan descubrir los secretos de este entorno natural. En travesías de unos 40 minutos, guías locales llevan a los viajeros entre manglares y canales donde se observan aves acuáticas, cangrejos, peces y vegetación abundante. Los árboles se entrelazan sobre el agua, creando túneles verdes que parecen salidos de una novela de aventuras.

El río cambia con las estaciones: en época de lluvia se ensancha, se vuelve más profundo, y su fuerza crece; en la temporada seca es más claro, más manso, y refleja con nitidez el cielo y las aves en vuelo. Es un lugar ideal para los amantes de la naturaleza, la fotografía y el descanso activo. Además, el paseo fluvial permite conocer comunidades vecinas que viven de la pesca, la agricultura y el turismo sostenible.

Islote Farallón

Emergiendo del corazón del río, el Islote Farallón es uno de los secretos mejor guardados de Barra de Cazones. Se trata de una pequeña formación rocosa cubierta de árboles frondosos, habitada temporalmente por aves migratorias como garzas, fragatas, cormoranes y pelícanos que lo eligen como punto de descanso en sus largas rutas migratorias. Desde la lancha, el islote aparece primero como una silueta, pero a medida que uno se acerca, revela su naturaleza viva, su vegetación salvaje y su energía tranquila.

El islote no solo es un paraíso natural, también está envuelto en historia y leyenda. Se dice que en tiempos de la colonia, cuando los mares del Golfo estaban repletos de galeones y corsarios, el Farallón fue escondite de piratas, quienes enterraron cofres llenos de oro en sus entrañas. Algunos capitanes que hoy conducen las lanchas conocen estos relatos de memoria y los cuentan como si fueran parte de su herencia.

Para los más aventureros, el islote ofrece la oportunidad de practicar rapel o escalada. Sus paredes de roca, aunque modestas en altura, representan un desafío en medio de un entorno natural incomparable. Desde lo alto, la vista es impresionante: el río extendiéndose como una cinta verde, la playa abrazando el horizonte, y las aves surcando el cielo como testigos silenciosos de esta joya escondida en Veracruz.

Cueva del Pulpo

Muy cerca del corazón de Barra de Cazones, a pocos kilómetros río abajo, se oculta un rincón que parece salido de un cuento antiguo: la Cueva del Pulpo.

Este refugio de piedra, bañado ocasionalmente por las aguas del Golfo, es famoso por el fósil que le da su nombre —una figura de pulpo esculpida, según cuentan, por el tiempo y el misterio.
Aquí, el silencio es profundo, y el eco de las olas dentro de la cueva acompaña a quienes se atreven a explorarla.

La penumbra, el murmullo del mar y el aroma salado del ambiente transforman esta visita en una pequeña expedición al corazón escondido de la costa veracruzana.

Tortugario Kgayin Xalakpupunu

Barra de Cazones también late con fuerza en su compromiso por la vida marina. En las playas tranquilas del lugar, se encuentra el Tortugario, Kgayin Xalakpupunu, un santuario donde se cuidan, protegen y liberan tortugas marinas como la lora, carey, verde y blanca.

Durante la temporada de liberación, especialmente en octubre, el visitante puede participar en este acto lleno de significado: ver nacer la esperanza en forma de pequeñas tortugas que caminan hacia el mar es una experiencia que conmueve y conecta. Aquí, la naturaleza enseña que todo viaje comienza con un primer paso… o una aleta.

tortugario_manzanillo – Foto

Playas vírgenes cercanas: Chaparrales, Azul y Boquilla

Más allá de la playa principal, la costa de Cazones se despliega con otras joyas escondidas. Chaparrales se extiende con su arena suave y caminos ideales para caminar al atardecer; Playa Azul y La Boquilla invitan al snorkel, la pesca y el silencio, rodeadas de estuarios donde el manglar respira.

Cada playa ofrece algo distinto: desde la llegada de tortugas a desovar bajo la luna, hasta rincones donde se puede remar en kayak entre canales tranquilos. Son playas que aún conservan el murmullo original del mar, ese que no ha sido interrumpido por las multitudes.

Biodiversidad y actividades náuticas

Cazones es también un santuario natural para los ojos atentos. Su biodiversidad se extiende desde los manglares hasta los arrecifes cercanos, donde se puede practicar esnórquel o buceo y descubrir un mundo submarino de colores y formas.

En las aguas del río y los esteros, aves como garzas, cormoranes y fragatas trazan coreografías aéreas. También es posible observar cocodrilos, tortugas o peces en su hábitat natural. Paseos en lancha, kayak o pesca deportiva complementan una experiencia viva, donde cada movimiento revela un fragmento del ecosistema que aquí se conserva con respeto.

goproes – Foto – Instagram

¿Dónde dormir?

Hotel Mariner Costa

En un rincón donde el río Cazones se funde con el mar, el Hotel Mariner Costa se alza como un refugio de calma y sencillez. Su arquitectura recuerda a las casas de playa clásicas: blanca, fresca, rodeada de jardines verdes y abrazada por la brisa salada. Aquí, el tiempo corre sin prisa y el paisaje se convierte en parte de la habitación.

Con solo 16 habitaciones repartidas en dos plantas, este hotel ofrece descanso con vista al horizonte. Desde sus balcones se pueden contemplar los primeros rayos del sol reflejándose en el río, o dejar que la noche llegue con su coro de grillos y olas suaves. Las habitaciones, limpias y cómodas, cuentan con lo esencial: aire acondicionado, televisión, y lo más importante, tranquilidad.

Su ubicación privilegiada permite caminar unos pasos y encontrarse con el malecón, el estero o la playa. Y si el cuerpo pide más que contemplación, el hotel es también punto de partida para paseos en lancha, caminatas o simplemente tardes de lectura bajo una palmera.

El Hotel Mariner Costa no presume lujos, pero ofrece algo más valioso: un rincón para detenerse, respirar profundo y volver a mirar el mundo con calma.

Hotel Xanath

En Barra de Cazones, donde el río se encuentra con el Golfo, el Hotel Xanath surge como un remanso acogedor en el litoral veracruzano. Su arquitectura sencilla y funcional se funde con la vegetación local, ofreciendo un entorno fresco y armonioso. Desde sus espacios comunes se percibe la brisa que inspira al manglar y el susurro del agua como banda sonora constante.

Las habitaciones son luminosas, amplias y limpias, equipadas con varias camas, ventanales y todos los elementos esenciales para una estancia cómoda: Wi‑Fi, estacionamiento y vistas al paisaje acuático. Cada tarde las ventanas captan el reflejo del atardecer sobre las aguas del río, creando un cuadro en movimiento que cambia con la luz del día.

Gracias a su ubicación céntrica en la Calle del Faro, el hotel está a solo unos pasos de la playa, del malecón y del muelle de embarque, ideal para dar paseos, explorar manglares o partir en lancha hacia el islote Farallón. Todo queda cerca, y el servicio profesional del personal amplifica la sensación de estar en buen lugar.

Hotel Xanath no promete lujos, pero brinda lo fundamental para quienes buscan tranquilidad, cercanía al entorno natural y la posibilidad de descansar después de un día de descubrimientos. Es una opción auténtica, sencilla y cálida, donde el descanso se convierte en un breve poema diario junto al agua.

Cómo llegar a Barra de Cazones desde Veracruz

Llegar a Barra de Cazones desde Veracruz es una travesía que invita a descubrir paisajes y caminos llenos de encanto.

La forma más directa es viajar en coche por la carretera federal 180, también conocida como la ruta Veracruz–Cardel–Nautla–Gutiérrez Zamora. Desde Veracruz, el viaje continúa hacia el norte hasta Poza Rica, y de ahí, se sigue la carretera que lleva a Cazones de Herrera, hasta llegar finalmente a Barra de Cazones.

Este recorrido cubre aproximadamente 200 kilómetros y puede tomar unas 3 horas y 30 minutos, dependiendo del ritmo del viajero.

Para quienes prefieren el transporte público, existe la opción de tomar un autobús desde Veracruz hasta Poza Rica. Desde allí, es posible conectar con transporte local que lleva hasta Barra de Cazones

Sea cual sea la opción elegida, el camino hacia Barra de Cazones promete una aventura tranquila que desemboca en la belleza serena de sus playas, manglares y la magia del río Cazones.

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