En lo más alto de los bosques templados de Michoacán y el Estado de México, donde los oyameles se mecen al ritmo del viento frío y la niebla abraza las montañas, ocurre uno de los fenómenos migratorios más extraordinarios del planeta: el arribo de la mariposa monarca. Este espectáculo natural, que cada año pinta de naranja y negro los paisajes del centro de México, se da cita en la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca, una joya ecológica que este 10 de julio celebró 17 años como Patrimonio Mundial Natural por la UNESCO.
Ubicada en Michoacán, la reserva abarca tres santuarios emblemáticos: El Rosario, Sierra Chincua y Senguio, lugares donde la naturaleza se convierte en arte y las mariposas danzan entre los árboles, cumpliendo un ciclo ancestral que cruza fronteras y conecta ecosistemas desde Canadá hasta México.
El secretario de Turismo de Michoacán, Roberto Monroy García, destacó la importancia de este aniversario como un recordatorio del poder de la naturaleza y del vínculo profundo que existe entre los lepidópteros y los bosques que los reciben.
“Este fenómeno es un testimonio de la asombrosa fuerza de la naturaleza y de la conexión inherente entre estos insectos y su entorno”, señaló.
Cincuenta años de descubrimiento
Este año, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla instituyó como imagen oficial el diseño conmemorativo del 50 aniversario del descubrimiento de los santuarios en Michoacán, un gesto simbólico que busca celebrar y visibilizar cinco décadas de conexión entre la ciencia, la conservación y las comunidades locales.
Más que una celebración, esta imagen será utilizada por el gobierno estatal durante todo el año como un símbolo del compromiso con la biodiversidad, en una región donde el turismo, la educación ambiental y el respeto por la vida silvestre se entrelazan para crear un modelo de conservación vivo y participativo.
Visitar, conservar, transformar
Viajar a los santuarios de la mariposa monarca no es solo una experiencia visual o una excursión turística: es un acto de consciencia.
“Visitar los Santuarios es mucho más que presenciar un fenómeno natural; es contribuir a la conservación de una especie”, afirmó Monroy García.
El ecoturismo responsable ha sido una pieza clave en la protección de estos hábitats, al generar ingresos para las comunidades locales y fomentar prácticas sustentables que permiten mantener el equilibrio ecológico.
Los visitantes que acuden cada temporada a contemplar el arribo de las mariposas están, a su vez, apoyando un modelo de turismo que protege, educa y transforma.
Fondo Monarca
La administración estatal ha reforzado su compromiso con la preservación de esta reserva natural a través de acciones concretas. En enero de 2024, el gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla destinó un fondo histórico de un millón de dólares al Fondo Monarca, una estrategia de conservación basada en incentivos económicos.
Este fondo tiene como objetivo implementar un mecanismo de pago por servicios ambientales dentro de la reserva, reconociendo y retribuyendo el papel de las comunidades guardianas del bosque. Con esta acción, se da un paso decisivo hacia la sustentabilidad real, donde la protección del entorno va de la mano con el bienestar social y económico.
Un patrimonio vivo que cruza el cielo
La Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca es mucho más que un ecosistema: es un escenario de resiliencia, un puente entre naciones y una historia escrita en alas. Preservarla no solo es vital para las mariposas, sino para todos los seres humanos que encontramos en la naturaleza una forma de reencontrarnos con lo esencial.
Este aniversario invita a mirar al cielo y seguir el vuelo de millones de mariposas que cruzan el continente en un viaje milenario, recordándonos que la belleza, la constancia y la vida dependen de nuestro compromiso con el planeta.
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