Un grupo de 150 personas participó en la primera peregrinación del Camino de Maldonado en Chihuahua, un recorrido de 60 kilómetros que conecta las localidades de Chihuahua y Santa Isabel, siguiendo los pasos de San Pedro de Jesús Maldonado.
Esta actividad, organizada por la Secretaría de Turismo y la Arquidiócesis de Chihuahua, no solo tiene un fuerte enfoque en el turismo religioso, sino que también busca fortalecer la economía local, ya que a lo largo de la ruta se generaron oportunidades para las comunidades cercanas.
El recorrido de tres días comenzó en el Santuario de San Pedro de Jesús Maldonado, ubicado cerca de la Presa Chuvíscar, donde peregrinos, familiares y seguidores del santo chihuahuense se reunieron para dar inicio a esta significativa travesía.
Durante los tres días, los participantes experimentaron un viaje espiritual y de conexión con la naturaleza, atravesando hermosos paisajes montañosos y senderos rodeados de flora local.
Turismo religioso y economía local Chihuahua
La primera etapa del recorrido consistió en 28 kilómetros, desde el Santuario hasta la comunidad de El Charco. En este punto, 87 peregrinos pasaron la noche en casas de los residentes de la localidad, quienes les ofrecieron hospedaje.
En la segunda etapa, los participantes recorrieron otros 18 kilómetros hasta Rancho Peña, en el municipio de Santa Isabel, con 104 peregrinos completando esta parte del trayecto.
La última etapa de la peregrinación llevó a los caminantes hasta la Capilla de Maldonado, en Boquilla del Río, donde un total de 122 feligreses llegaron, y de esos, 77 lograron completar todo el recorrido de los 60 kilómetros.
El inicio oficial de la peregrinación estuvo marcado por la presencia de autoridades como el subsecretario de Turismo, Orlando Barraza Chávez, y el director de Desarrollo de Producto Turístico, Enrique Toledo García, quienes destacaron la importancia de este evento en el impulso al turismo religioso y a las economías locales de la región.
Además de la experiencia espiritual, los peregrinos recibieron un “Pasaporte del Camino”, donde se les estampaba un sello al llegar a cada punto del recorrido, y al completar el viaje, se les entregó un certificado como recuerdo de su esfuerzo y devoción.
Este evento no solo promovió el turismo, sino que también celebró la conexión entre las comunidades y la cultura religiosa de Chihuahua.
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