La piedra negra que encontraron en una cueva era algo nunca visto y, por tanto, valioso, pensaron los dos jóvenes que la hallaron sin saber que poco después perderían la vida, dejando tras de sí una tragedia.
Misael Galán y Gildardo Higinio, eran los nombres de esos jóvenes que, en busca de riqueza y sabedores de la profusión de oro en sus minas, determinaron tomar rumbo hacia el estado de Zacatecas, en los años 1980.
Una vez que llegaron allí, con la ilusión de encontrar suficiente oro para volverse ricos y vivir sin preocupaciones, entraron a la cueva de un monte ubicado entre Vetagrande y la ciudad de Zacatecas.
En esa cueva, después de muchos días de búsqueda, hambre y agotador esfuerzo, hallaron la piedra negra, grande y brillosa, sin parecido con nada que hubieran visto antes, por lo que pensaron que era muy valiosa.
Lograron sacarla del lugar donde estaba enterrada después de algunas horas de trabajo y habían decidido llevársela de ahí, romperla, dividirla en partes iguales y, finalmente, venderla y volverse ricos.
Un terrible final
La noticia del extraordinario hallazgo ya se había propagado en las poblaciones aledañas, sobre todo en el pueblo más cercano, donde la gente ya los esperaba, ansiosa por conocer ese gran tesoro.
Sin embargo, los días pasaron y Misael y Gildardo no llegaban, por lo que se formó una comitiva para ir a buscarlos y los encontraron, pero sin vida, en el interior de la mina y con indicios de haber peleado salvajemente.
Se tomó la determinación de llevar los cuerpos de los desafortunados jóvenes al pueblo para velarlos y darles cristiana sepultura, y se le asignó a un habitante del lugar la tarea de custodiar la gran piedra negra.
Lo que sucedió después pondría en alerta a los habitantes del pueblo. A los pocos días de estar cuidando la piedra, su vigilante se tornó violento, a tal grado que, sin razón aparente, golpeó a su esposa hasta matarla y después se suicidó.
La gente no tardó en atribuir la riña de los jóvenes y la locura repentina de su vecino a la cercanía que habían tenido con la piedra negra, por lo que se decidió dar aviso al sacerdote del pueblo, quien practicó una especie de exorcismo y la piedra se llevó a un lugar lejano y secreto.
Nadie sabe dónde se encuentra hoy la famosa piedra negra, pero algunas personas aseguran que está cerca de la campana chica de la Catedral de Zacatecas, la cual, según la leyenda, comienza a repicar si alguien intenta acercarse, como una advertencia y como señal de alerta.