La Cueva de las Mulas, en Nuevo Ideal, Durango, es uno de esos lugares donde el pasado respira todavía. Sus paredes conservan pinturas rupestres únicas: recuas de mulas, jinetes con indumentaria española y escenas que narran el encuentro —a veces tenso, otras simplemente inevitable— entre los antiguos pueblos O’dam y los conquistadores. Sin embargo, este patrimonio invaluable enfrenta hoy una amenaza que avanza más rápido que cualquier proceso natural: el vandalismo.
En los últimos años, especialistas han alertado sobre la presencia de grafitis pintados directamente sobre las pictografías originales, un daño irreparable que borra fragmentos de la memoria histórica. A esto se suma el uso inadecuado del entorno: visitantes han instalado asadores y zonas de convivencia muy cerca de las paredes con arte rupestre. El calor, el humo y la actividad constante aceleran el deterioro de los pigmentos que han sobrevivido siglos.
La cueva tampoco cuenta con vigilancia permanente ni infraestructura suficiente para controlar el acceso, lo que deja el sitio vulnerable ante intervenciones irresponsables. Aunque el INAH ha realizado trabajos de conservación esporádicos, la protección a largo plazo sigue siendo un reto urgente.
La Cueva de las Mulas no es solo un registro artístico: es un testimonio histórico que revela cómo dos mundos se encontraron y se transformaron mutuamente. Su pérdida significaría borrar una parte fundamental del relato cultural del norte de México.
¿Qué ver?
Visitar la Cueva de las Mulas, en Nuevo Ideal, Durango, es encontrarse con un sitio donde el arte, la historia y el territorio se entrelazan en un mismo relato. Lo más fascinante del lugar son sus pinturas rupestres, un conjunto excepcional que registra escenas vinculadas al tránsito del Camino Real de Tierra Adentro. Las figuras más reconocibles muestran recuas de mulas cargadas, guiadas por hombres montados a caballo y vestidos al estilo español. Este detalle, aparentemente simple, es una rareza: pocas cuevas en México conservan representaciones tan claras de la interacción entre pueblos originarios y colonizadores.
Las pinturas están elaboradas con pigmento negro, probablemente una mezcla de carbón vegetal y agua, y se distribuyen en ocho conjuntos temáticos. Cada panel ofrece una ventana distinta al pasado: algunos muestran animales en movimiento, otros escenas de comercio, cacería o incluso tensiones bélicas. También hay figuras antropomorfas con arco y flecha, que revelan prácticas cotidianas y rituales de los antiguos O’dam (tepehuanes), habitantes originarios de la región. La cueva, de aproximadamente 14 metros de longitud, no es muy profunda, pero sí tiene cavidades y recovecos donde las pictografías se esconden como pequeños tesoros esperando ser descubiertos.
Significado Histórico
Además del valor artístico de las pinturas, la Cueva de las Mulas sobresale por su significado histórico. Este espacio ofrece una lectura visual del choque de dos mundos: el indígena y el europeo. No se trata solo de arte rupestre; es una narrativa gráfica sobre cómo los O’dam interpretaron la llegada de los españoles, sus animales de carga y las rutas comerciales que transformaron el norte del país. Esta perspectiva la vuelve una pieza clave para entender el pasado de Durango y del Camino Real de Tierra Adentro.
Sin embargo, recorrer la cueva hoy también implica observar las huellas de deterioro. Varias zonas muestran desgaste por filtraciones de agua, erosión natural y el paso del tiempo. A esto se suma un riesgo más preocupante: el vandalismo. Grafitis pintados directamente sobre las pictografías originales, asadores instalados cerca de los muros y la falta de vigilancia han puesto en peligro un patrimonio que ha sobrevivido siglos. Visitarla exige respeto absoluto: no tocar las paredes, evitar el uso de fuego o humo y caminar con cuidado para no provocar desprendimientos. Apreciar la Cueva de las Mulas es entender que su conservación depende de todos y que cada visitante puede aportar a su futuro o contribuir a su pérdida.



¿Cómo llegar?
Llegar a la Cueva de las Mulas, en el municipio de Nuevo Ideal, Durango, implica combinar carretera y senderismo, pues el sitio arqueológico se encuentra dentro del Cañón de Molino, en una zona montañosa con caminos rurales. El punto de partida más común es la ciudad de Durango: desde ahí se toma la carretera federal 45 rumbo al norte hasta llegar a José Guadalupe Aguilera, donde se conecta con la carretera estatal 23 hacia Nuevo Ideal. Este trayecto es sencillo y está completamente pavimentado, por lo que puede hacerse en automóvil sin complicaciones. También existen rutas de autobús que llegan al municipio.
Una vez en Nuevo Ideal, el acceso directo a la cueva no está señalizado de manera oficial, por lo que lo más recomendable es contratar un guía local o pedir indicaciones a habitantes de la zona. El camino hacia el cañón incluye tramos de terracería y posteriormente una caminata por senderos naturales, algunos con pendientes, rocas y zonas húmedas. El área forma parte de rutas como el Cañón Azul o Charco Azul, que atraviesan el paisaje montañoso y permiten llegar a la cueva. Para la visita se aconseja llevar calzado de senderismo, agua y respetar plenamente el área arqueológica.
¿Qué comer? y costos
Al visitar la zona de la Cueva de las Mulas y el Cañón Azul, hay varias opciones para comer y distintos costos según si se contrata un guía o no. Aunque no siempre hay una tarifa oficial para el sendero hacia la cueva, lo habitual es contratar un guía local, cuyo precio puede rondar los 300 pesos, según algunos tours que incluyen además otros atractivos de la zona. En cuanto a la gastronomía, uno de los elementos más distintivos es la producción menonita: en Nuevo Ideal se elaboran quesos artesanales y salchichón, típicos de la comunidad, que puedes comprar para un snack local o como parte de tu picnic durante la caminata.
Debido a que el Cañón Azul es una zona natural, no hay muchos restaurantes formales en la ruta, por lo que lo más aconsejable es llevar provisiones: fruta, pan, snacks ligeros y agua. Si vas a dormir o pasar tiempo en el pueblo de Nuevo Ideal antes o después de la excursión, puedes visitar pequeñas fondas para probar la gastronomía local duranguense, como gorditas tradicionales y otros antojitos regionales. Así, la experiencia gastronómica se vuelve parte del viaje, conectando con la tradición rural y menonita del lugar.
Qué hacer cerca
Rodear la zona de la Cueva de las Mulas y el Cañón Azul no solo permite explorar arte rupestre, sino también disfrutar de una variedad de actividades naturales y culturales. Una de las más recomendables es hacer senderismo por el Cañón Azul, un paisaje lleno de pozas de agua cristalina, rocas y vegetación que ofrece un entorno ideal para caminar, fotografiar y nadar cuando las condiciones lo permiten. Este paraje natural es especialmente atractivo en temporada de lluvias, cuando las pozas se forman y el agua tiene un color intenso.
Además, se puede aprovechar para tomar un tour cultural por el Camino Real de Tierra Adentro, ya que la cueva se encuentra a lo largo de esta histórica ruta. Es una oportunidad para conectar con la historia de México y entender el contexto del arte rupestre. También es altamente recomendable contratar un guía local, que no solo te lleve a la cueva, sino que te explique el significado de las pinturas y te muestre puntos escondidos que no se encuentran fácilmente por tu cuenta.
Otra experiencia fascinante es visitar la comunidad menonita de Nuevo Ideal: conocer su forma de vida tradicional, ver cómo elaboran su queso y salchichón, y comprar algunos de sus productos. Complementar tu visita con un picnic cerca de las pozas o un descanso en miradores naturales puede convertir el día en una excursión completa, equilibrando aventura, naturaleza y cultura local.
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