Valle de Bravo es un Pueblo Mágico muy cerca de la Ciudad de México, famoso por su entorno natural y sus paisajes únicos. Su lago, conocido como “Presa Miguel Alemán”, la cascada “Velo de Novia” y el “Mirador La Peña” son lugares ideales para disfrutar de la naturaleza y practicar actividades como paseos en velero, caminatas o vuelos en parapente. Este destino tiene una atmósfera tranquila y acogedora que invita a quedarse más tiempo. Además, la combinación entre sus montañas, su clima fresco y su ambiente pintoresco lo convierten en un sitio perfecto para desconectarse de la rutina y vivir una experiencia que se siente muy cercana.

En este encantador rincón hay muchísimas opciones para comer. Se pueden encontrar desde fondas y locales sencillos con comida casera, hasta restaurantes con propuestas más elaboradas que incluyen ingredientes orgánicos y platillos internacionales. La variedad es amplia y hay algo para todos los gustos y presupuestos. En cada rincón del pueblo se percibe ese toque cálido que distingue a la cocina mexicana, donde los aromas, las texturas y los sabores se combinan para crear una experiencia que deja satisfecho a cualquiera que visite Valle de Bravo.

¡Peeeeero! Si hay algo que no puede faltar durante tu visita a Valle de Bravo son los antojitos callejeros, esos que te hacen sentir parte del lugar y te regalan un sabor distinto a tu viaje. Aquí encontrarás varias opciones imperdibles para disfrutarlos y saber exactamente a dónde ir para saborear lo mejor.

Uno de los imperdibles son las campechanas, un pan de hojaldre crujiente con forma rectangular y una fina capa de azúcar caramelizada encima. Su textura es ligera y se deshacen con facilidad al morderlas. Son tan ricas que resulta complicado comer solo una. Generalmente se venden por bolsas y, aunque son un poco frágiles, son ideales para llevar a casa como recuerdo. Este dulce tradicional se encuentra en los puestos de las esquinas o en panaderías locales, donde el aroma recién horneado te invita a probarlas. Es un antojito simple, pero con ese sabor casero que conquista desde el primer bocado.

A solo unos pasos del Jardín Central se ubica el famoso “Callejón del Hambre”, un pasillo lleno de vida donde locales y visitantes se reúnen para disfrutar diferentes antojitos. Aquí abundan los tacos, tamales, esquites, “taconetes” —que son tacos en tortilla de harina con carne—, además de platillos similares a las quesadillas o gringas. Pero el favorito de muchos, y que rompe con lo tradicional, son los esquites con camarón. Aunque Valle de Bravo no está cerca del mar, lograron combinar lo mejor de la tierra con un toque de costa, creando un sabor sorprendente.

Están tan buenos que es fácil repetir. Si prefieres algo más sencillo, también hay versiones con mantequilla, chile manzano o los clásicos esquites tradicionales. Todos tienen ese sabor callejero que tanto gusta.

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Si después de algo salado se antoja algo fresco, sobre el Jardín Central está la Nevería y cafetería Los Alpes, un lugar lleno de historia y tradición. Aquí preparan postres con ingredientes naturales y frutas de temporada como calabaza, nanche, zapote o mamey. El ambiente es tranquilo y acogedor, ideal para sentarse a descansar mientras se disfruta de un helado o un café. Desde su terraza se puede admirar la vida del pueblo, el ir y venir de la gente y el aire relajado que hace de Valle de Bravo un sitio tan especial.

Si se acerca un fin de semana largo y el plan es visitar Valle de Bravo, vale la pena incluir este recorrido de antojitos callejeros. Es la mejor forma de probar la esencia gastronómica del pueblo y conocer su lado más auténtico. Además, es un destino lleno de aventura, con actividades para todos los gustos: tirolesa, ciclismo de montaña, escalada, rappel, kayak o wakeboard. Entre su naturaleza y su ambiente relajado, cada experiencia se vive con emoción. Así que lo ideal es ir con hambre, con ganas de explorar y dejar que Valle de Bravo sorprenda en cada rincón.