En Yucatán, el Día de Muertos se celebra de manera muy especial: el Janal Pixan, o “comida de ánimas”, une a los vivos con sus ancestros a través de altares llenos de aroma a pib, velas, flores y rezos. Junto al recuerdo afectuoso, también surgen ecos de historias antiguas que han pasado de generación en generación. Son leyendas llenas de misterio que, incluso hoy, estremecen a quienes las escuchan al caer la noche.
A continuación, presentamos algunas de las leyendas más escalofriantes de Yucatán, ideales para contar en estas fechas, cuando según la tradición, el velo entre este mundo y el otro se vuelve más delgado.
La Xtabay: la seductora del monte
Quizá la más conocida de todas. La Xtabay es una mujer de belleza sobrenatural que habita en los montes y caminos solitarios. Aparece vestida de blanco, con su cabello largo y suelto, desprendiendo un aroma dulce que hipnotiza. Según se cuenta, se acerca a los hombres por la noche, atrayéndolos con su mirada y su voz suave.
Pero quien la sigue, no regresa. Los pocos que han escapado de su hechizo dicen que el aire se volvía pesado, sus cuerpos se paralizaban y sus sentidos se nublaban. Algunos creen que la Xtabay es el alma de una mujer rechazada en vida, que ahora busca venganza con un beso mortal.
El Huay Chivo: la criatura mitad hombre, mitad bestia
Entre las sombras de la noche rural yucateca se mueve el temido Huay Chivo, un brujo capaz de convertirse en animal, sobre todo en un chivo de ojos rojos y aliento ardiente. Se le ha visto merodeando milpas, devorando gallinas o haciendo desaparecer ganado.
Su presencia va acompañada de un olor insoportable y es considerado un mal augurio. Algunos dicen que es el castigo eterno de hechiceros que hicieron pactos oscuros, mientras otros lo ven como un espíritu protector de secretos. Cuando los perros aúllan sin razón y los árboles crujen sin viento, muchos aseguran que el Huay Chivo anda cerca.
La llorona de Yaxunah: lamento entre las ruinas
En Yaxunah, un pequeño poblado cercano a ruinas mayas, los habitantes cuentan la historia de una mujer que deambula entre piedras antiguas llorando a su hijo perdido. A diferencia de otras versiones de la Llorona, aquí se dice que fue víctima de una traición familiar y su alma quedó atrapada en el sitio sagrado, repitiendo su dolor eternamente.
Su grito no es un simple “¡Ay, mis hijos!”, sino un lamento desgarrador que hiela la sangre. Dicen que si se escucha muy cerca, en realidad está lejos… pero si la oyes desde lejos, corre: la tienes detrás.
Foto: X / @fasc1nate
Aluxes: los duendecillos guardianes
No todas las leyendas son terroríficas. Los aluxes, aunque traviesos, pueden convertirse en un problema si se les falta al respeto. Son pequeños seres del monte, invisibles para la mayoría, pero muy reales para quienes trabajan la tierra.
Se cree que si no se les ofrece tributo —comida, cigarros o licor— al iniciar una construcción o una milpa, pueden desatar lluvias, enfermar animales o hacer desaparecer herramientas. Son los guardianes invisibles del entorno y dueños del monte. Durante el Día de Muertos, muchos colocan pequeñas ofrendas para mantenerlos tranquilos.
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El ánima sola de Izamal
En las calles empedradas de Izamal, uno de los pueblos mágicos de Yucatán, algunos caminantes nocturnos han visto una figura solitaria vestida de negro cerca del convento. No habla, no mira atrás… pero deja un rastro de frío y tristeza.
Se dice que es el alma de una mujer rechazada por la Iglesia en vida, que ahora vaga buscando redención. Lo más inquietante es que aparece especialmente durante el Día de Muertos, como si supiera que es su momento para ser recordada.
El Janal Pixan no solo celebra la vida, también recuerda la conexión profunda que los yucatecos mantienen con sus raíces, su tierra y sus leyendas. Estas historias siguen vivas gracias a la tradición oral y a quienes, año tras año, las cuentan con respeto y emoción, recordándonos que en estas fechas, el misterio también tiene un lugar en la mesa.
