El Callejón de la Condesa, ubicado en el centro histórico de Guanajuato, es un estrecho y pintoresco pasaje conocido por la trágica leyenda de la condesa Ignacia. El callejón tiene un aire nostálgico, con paredes de colores cálidos y suelo empedrado, y guarda el misterio de una historia de sufrimiento y vergüenza. Hoy sigue siendo un rincón lleno de historia.
Las leyendas de Guanajuato cuentan la historia de una una ciudad con una rica historia cultural, arquitectónica y minera.
Guanajuato fue fundada en 1541 por el virrey Antonio de Mendoza, después del descubrimiento de plata en Guanaxhuata. En 1570, la ciudad fue oficialmente establecida con el nombre de Santa Fe de Guanajuato.
Durante el siglo XVIII, Guanajuato se convirtió en el centro minero más importante de la Nueva España y, a mediados de ese siglo, en el más relevante a nivel mundial. Su legado minero se refleja en sus famosas calles subterráneas y en el pozo minero conocido como la “Boca del Infierno”.
Un capítulo clave en la historia de Guanajuato fue su papel en la independencia de México. En 1810, fue escenario de la primera batalla insurgente, la Toma de la Alhóndiga de Granaditas, un acontecimiento fundamental en la lucha por la libertad.
Posteriormente, en 1821, los jefes militares Luis de Cortázar y Anastasio Bustamante proclamaron la independencia en la provincia de Guanajuato.
En 1988, la UNESCO reconoció la capital de Guanajuato como Patrimonio Cultural de la Humanidad debido a su valiosa arquitectura colonial y su relevancia histórica.
Además, la región tiene una gran diversidad cultural, al haber sido habitada por diferentes pueblos originarios, como los chichimecos, purépechas, nahuas, otomíes y mazahuas. La mezcla de tradiciones, historia y cultura sigue siendo una de las principales características que hacen de Guanajuato un destino único y lleno de riqueza cultural.
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Leyendas de Guanajuato
Si quieres vivir leyendas románticas o espeluznantes aquí te dejamos 9 de las icónicas leyendas de Guanajuato, que no te puedes perder:
- El Callejón del Beso
- El Cantador
- La Calle del Truco
- Callejón de la Condesa
- El Callejón del Tecolote
- Callejón del Diablo
- Los Carcamanes
- La Bufa y el Pastor
- La Llorona de la Plata
El Callejón del Beso
La leyenda tiene como escenario un callejón de 68 cm de ancho en la zona centro #36000 Guanajuato. La fachada es un hermoso ejemplo de la arquitectura colonial de Guanajuato, caracterizada por sus colores vibrantes y detalles ornamentales.
Las casas que flanquean el callejón tienen paredes pintadas en tonos cálidos como el rojo, amarillo y naranja, que destacan en contraste con las piedras y ladrillos de la zona.
El relato del Callejón del Beso versa así:
Carmen era hija única de un hombre autoritario y violento. Ella era cortejada por Luis, un minero pobre de un pueblo cercano.
Al descubrir su amorío, el padre de Carmen la encerró y la amenazó con internarla en un convento; él quería que se casara en España con un viejo noble para hacerse aún más rico. Después de llorar durante varias noches, Carmen pidió a Brígida, su dama de compañía, que le llevara una misiva a Luis con las malas noticias.
Ante ese hecho él decidió mudarse a la casa que estaba justo enfrente de la de su amada. Esta casa tenía un balcón que daba a un callejón tan angosto que se podía tocar con la mano la pared de enfrente.
Un día se encontraban los enamorados platicando de balcón a balcón, cuando escucharon que dos personas discutían.
Eran el padre de Carmen y Brígida, quien buscaba impedir que el amo entrara a la alcoba de su hija. Por fin, el padre pudo introducirse, y al presenciar la escena, clavó enfurecido una daga en el pecho de ella.
Se dice que, aun cuando Carmen yacía muerta, Luis no dejó ir su mano, la cual besó tiernamente durante horas.
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El Cantador, leyendas de Guanajuato
El Jardín del Cantador, uno de los espacios más emblemáticos, se encuentra en el centro histórico de Guanajuato, tiene su origen en la leyenda de José Carpio, conocido como el “Cantador”.
José, un joven humilde del barrio de Tepetapa, fue famoso por sus canciones y su guitarra, que tocaba desde los 12 años.
Después de la muerte de su padre en un derrumbe minero, José se dedicó al negocio de la minería y fundó el Zangarro del Cantador. Durante la Guerra de Independencia, José se unió a la lucha, pero nunca más se supo de él.
Con el paso del tiempo, el zangarro se destruyó, y en 1831, el regidor Francisco Calderón propuso la creación de un parque en el lugar, un proyecto que enfrentó dificultades financieras.
Tras años de gestiones, en 1861 se inauguró la Alameda del Cantador, un hermoso paseo rodeado de árboles y con una calzada para carruajes, que rápidamente se convirtió en uno de los lugares favoritos de los guanajuatenses.
A lo largo de los años, el jardín fue remodelado y restaurado en varias ocasiones, destacando una intervención en 1958, cuando se reinauguró con un concierto de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.
En 1977, durante la administración de Juan Villaseñor, se realizó una remodelación integral para integrarlo como sede de eventos del Festival Internacional Cervantino. Hoy, el Jardín del Cantador es un tranquilo y hermoso espacio público con amplias áreas verdes, fuentes ornamentales y un kiosco central. Rodeado de fresnos y árboles, este parque histórico se destaca por sus columnas de cantera y rejas de hierro. Ha sido restaurado varias veces, destacándose su inclusión en el Festival Internacional Cervantino.
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La Calle del Truco
La calle del Truco, se encuentra en la zona centro de Guanajuato, cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato, en pleno corazón del centro histórico de la ciudad.
Esta calle, de dimensiones estrechas, está flanqueada por coloridas casas coloniales que mantienen la esencia arquitectónica tradicional de Guanajuato, con balcones de hierro forjado, paredes de tonos cálidos y detalles ornamentales. El ambiente de la calle tiene un aire antiguo, evocando la época en la que la casa de apuestas, famosa por su juego de naipes, era el centro de reuniones de la élite local.
La leyenda cuenta que, en este lugar, los comerciantes españoles que recién llegaban al pueblo organizaban juegos de naipes, especialmente un arriesgado juego llamado “El Truco”. Cada tarde, después de las 6 p.m., personas de alto poder económico se reunían para jugar, y muchos perdieron su fortuna en el proceso.
Entre los jugadores frecuentes estaba Don Ernesto, un hombre obsesionado con el juego. Una noche, un misterioso caballero lo retó y, al principio, la fortuna le sonrió. Sin embargo, pronto perdió toda su fortuna. Desesperado, pidió una última jugada, a lo que el extraño caballero aceptó.
Don Ernesto, confiado, apostó a su esposa, pero perdió nuevamente. Resultó que su oponente era el Diablo, quien había estado haciendo trampa durante todo el juego.
Desde esa noche, se cuenta que Don Ernesto, en busca de recuperar a su esposa, vaga cada noche por la calle golpeando puertas, pidiendo una última jugada. La noticia de su pérdida se propagó rápidamente por toda la ciudad y, para evitar más tragedias, la casa de apuestas fue clausurada.
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El Callejón de la Condesa, leyendas de Guanajuato
La leyenda tiene como protagonista a una dama que, tras un matrimonio lleno de promesas, vivió una vida marcada por el maltrato y la humillación.
Este callejón se encuentra en la Plaza de la Paz de Guanajuato, una de las zonas más importantes de la ciudad, que alberga algunas de las residencias más distinguidas.
La historia comienza con don Antonio de Obregón, el Conde de la Valenciana, quien obtuvo su riqueza gracias a la mina de plata que gestionó durante treinta años.
Fue un hombre justo y respetado por su trato a los mineros y sus conexiones con personajes como el barón Humboldt, a quien alojó en su mansión en 1803.
Sin embargo, el Callejón de la Condesa toma su nombre de Ignacia, la hermana del segundo conde, quien se casó con Diego Rul, un audaz comerciante malagueño que, al obtener el título de Conde de Casa Rul, alcanzó la prominencia en la ciudad.
Tras su boda, Rul, que inicialmente fue admirado por su valor y carácter, comenzó a maltratar a su esposa y a tener varias aventuras amorosas.
Estas habladurías de infidelidades avergonzaron tanto a Ignacia que se encerró en su mansión y solo salía por una pequeña puerta trasera que daba al callejón, conocido desde entonces como Callejón de la Condesa.
Este lugar ha quedado marcado por la tragedia y el sufrimiento de la condesa, creando una atmósfera cargada de misterio y desdicha.
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La Cuesta del Tecolote es un camino estrecho y místico en Guanajuato ubicado en Zona Centro, 36000 Guanajuato, Gto. Está rodeado por una espesa arboleda. Con el tiempo, el sendero fue ampliado y se construyó un pequeño puente para conectar dos casas, ya que las puertas quedaron a gran altura. Hoy, el sitio sigue siendo conocido tanto por su belleza como por la atmósfera misteriosa que mantiene la historia.
La leyenda narra cómo un hombre llamado Rodrigo fue transformado en un tecolote por Marcela, una mujer bella pero bruja, tras un breve amorío.
Cuando Rodrigo la dejó, descubrió que ella rendía culto al Maligno. Marcela juró vengarse y, con la ayuda de un pacto con Satanás, condenó a Rodrigo a convertirse en un tecolote, obligándolo a habitar la arboleda cercana a su casa, para que nunca más pudiera alejarse de ella.
El destino de Rodrigo fue sellado cuando, después de casarse con otra mujer, fue engañado para regresar a la casa de Marcela. Allí, en un aquelarre, las brujas decidieron transformarlo en un tecolote, mientras él no podía escapar del hechizo.
Desde entonces, los transeúntes de la Cuesta del Tecolote escuchan su lamento nocturno, el canto agorero de su condena.
Marcela murió de vieja, pero Rodrigo, ahora tecolote, sigue atrapado en ese lugar, lamentándose por su destino. Con los años, la cuesta se amplió y se convirtió en una vía conocida, pero el tecolote permanece prisionero de su maldición.
Este camino, al que se dio el nombre de “Cuesta del Tecolote”, sigue siendo un lugar famoso en Guanajuato, con un pequeño puente que conecta dos casas. El tecolote, sin poder escapar, sigue lamentándose por las noches, condenado a morar en ese mismo sitio.
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El Callejón del Diablo
La leyenda del callejó, es una de las leyendas más aterradoras de la región. En el siglo XIX, un joven que había vivido en la Ciudad de México regresó a su ciudad natal, buscando nuevas aventuras.
Una noche, mientras salía con sus amigos, se encontró con una mujer de gran belleza, quien lo invitó a caminar por las antiguas calles cercanas a la calle Tres Guerras y el viejo molino. Durante el recorrido, el joven notó que la mujer comenzaba a mostrar una expresión demoníaca, revelando que en realidad era el diablo.
Este ser maligno atacó al joven, dejándolo gravemente herido hasta que finalmente murió.
Desde entonces, los habitantes de la ciudad afirman que, por las noches, se aparece una figura misteriosa montada en un caballo, cabalgando por el Callejón del Diablo. El sonido del galope es escuchado por varios, y muchos aseguran haber visto la figura del jinete desconocido.
Esta leyenda ha perdurado a lo largo de los años, atrayendo tanto a locales como a turistas interesados en conocer los oscuros secretos de este emblemático lugar.
Los Carcamanes, leyendas de Guanajuato
Entre las leyendas más conocidas de Guanajuato está la de Los Caramanes,
La leyenda cuenta que, en la próspera ciudad minera de Guanajuato, a principios del siglo XIX, dos jóvenes europeos, Arturo y Nicolás, llegaron en busca de fortuna. Conocidos como “los Carcamanes”, se establecieron en una casa de tres pisos cerca de la plazuela de San José, hoy llamada de Carcamanes. Su negocio floreció rápidamente, y pronto se convirtieron en figuras prominentes en la alta sociedad guanajuatense.
Arturo y Nicolás eran inseparables, como hermanos, y frecuentaban las reuniones sociales de las familias más distinguidas de la ciudad. Fue en una de estas reuniones donde Arturo conoció a Luisa, una joven de extraordinaria belleza y espíritu alegre. Quedó prendado de ella al instante, y comenzó a cortejarla con fervor. Luisa correspondió a su afecto, y durante meses vivieron un apasionado romance.
Sin embargo, el destino tenía preparado un giro cruel. Una noche, tras despedirse de Luisa, Arturo regresó a su casa y descubrió a Luisa en brazos de Nicolás. La traición de su amada y su amigo lo consumió de celos. En un arrebato de ira, apuñaló a Nicolás hasta la muerte en el zaguán de su casa. Luego, cegado por la furia, se dirigió a la casa de Luisa y la asesinó de la misma manera.
Al regresar a su hogar y contemplar el cuerpo sin vida de Nicolás, el remordimiento invadió a Arturo. El peso de sus crímenes se volvió insoportable, y decidió quitarse la vida con el mismo cuchillo que había usado para matar a su amigo y a su amada.
Los cuerpos de los tres jóvenes fueron encontrados a la mañana siguiente, sembrando el horror entre los habitantes de Guanajuato. Nicolás fue sepultado en el antiguo templo de San Juan, hoy templo de San Francisco, y Arturo en el río de Pastita.
La casa de los Carcamanes quedó marcada por la tragedia. A pesar de ser bendecida en numerosas ocasiones, los lugareños afirmaban que los espíritus de Arturo, Nicolás y Luisa seguían vagando por sus pasillos.
Se escuchaban gritos y lamentos, y se sentía una presencia inquietante. La leyenda de los Carcamanes se convirtió en una historia de advertencia sobre los peligros de los celos y la traición, y la casa en la plazuela de Carcamanes sigue siendo un recordatorio de aquel trágico suceso.
La Bufa y el Pastor
El Cerro de La Bufa es una montaña ubicada al sur de la ciudad de Guanajuato, es una montaña emblemática con una altitud de 3,001 metros sobre el nivel del mar, ofrece vistas panorámicas de la ciudad y sus alrededores.
La leyenda de esta montaña se titula La Bufa y el Pastor es una de las más famosas en Guanajuato y tiene un tono trágico y místico.
Se dice que en tiempos antiguos, en un poblado cercano, existió un joven pastor llamado Julián, quien se dedicaba a cuidar a su rebaño de ovejas en las montañas.
Un día, mientras pastoreaba cerca de una colina conocida como La Bufa, un misterioso y hermoso ser se le apareció. Era una mujer con una belleza tan deslumbrante que el joven se sintió atraído inmediatamente.
La mujer, que parecía provenir de otro mundo, lo cautivó con sus palabras y lo sedujo, prometiéndole una vida de felicidad y riquezas si la seguía. El joven, cegado por el deseo y la curiosidad, aceptó y la siguió montaña arriba, donde desaparecieron juntos. Nadie volvió a ver a Julián, y su desaparición causó gran tristeza en el pueblo.
Los habitantes comenzaron a especular sobre el destino de Julián, y pronto surgieron rumores de que la mujer que lo había llevado no era una simple mortal, sino una bruja o un ser sobrenatural, que lo había atrapado en un pacto.
Se cuenta que las voces de Julián y otros jóvenes que fueron tentados por la mujer aún resuenan en la noche, pidiendo auxilio y tratando de escapar de su destino. La montaña de La Bufa, lugar donde la leyenda tomó lugar, se ha mantenido como un sitio lleno de misterio, rodeado de historias sobre amores perdidos y pactos oscuros.
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La Llorona de la Plata, leyendas de Guanajuato
La última leyenda de Guanajuato es la de “La Llorona de la Plata” es una versión local de la famosa historia de “La Llorona”, adaptada al contexto de Guanajuato.
En esta versión, se narra que una mujer hermosa se enamoró de un valiente minero. Un día, él descendió a las minas y nunca regresó. Desesperada por su desaparición, ella decidió adentrarse en las profundidades en su búsqueda, pero también desapareció.
Se dice que su espíritu, consumido por la tristeza y la rabia, se arrojó a un barranco en un intento por reunirse con su amado. Desde entonces, su alma errante vaga por las noches, llorando por su pérdida y buscando a su amor perdido.
Además, en la región de Guanajuato se encuentra una tumba atribuida a “La Llorona”.
Esta tumba está situada en la sierra norte del estado, y los lugareños aseguran que es la última morada de la mujer que, después de perder a sus hijos, consumida por el dolor, buscó reunirse con ellos en la muerte.
La figura de “La Llorona” es común en diversas culturas latinoamericanas, y en Guanajuato se le atribuyen manifestaciones particulares que reflejan las tradiciones y creencias locales.
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