Uno de los íconos más emblemáticos de Guanajuato son sus famosas momias, que cada año atraen a miles de turistas. Sin embargo, pocos saben que en las calles de la capital también se pueden encontrar otras “momias” que no tienen nada de macabras, ya que están hechas de dulce.
Se trata de las charamuscas, un tradicional dulce guanajuatense que se ha transformado en símbolo de la gastronomía local. Estas golosinas se preparan con piloncillo y mantequilla, ingredientes que se derriten para formar un caramelo moldeable. Mientras aún están calientes, se les da forma rápidamente, y, gracias a la creatividad mexicana, muchas de ellas adoptan la figura de momias. Para darles un toque especial, se decoran con detalles como rebozos o sombreros.
Aunque originalmente las charamuscas tenían el sabor clásico del piloncillo, con el tiempo algunos artesanos comenzaron a innovar, añadiendo ingredientes como coco o nuez. Este dulce se caracteriza por su textura gomosa y elástica, lo que invita a saborearlo lentamente y disfrutar cada bocado.
Es común encontrarlas en las dulcerías del estado, en mercados como el Hidalgo de Guanajuato Capital, y en ferias populares como la de San Juan o la Presa de la Olla. También son ofrecidas por vendedores ambulantes que las entregan en conos, un detalle que evoca la tradición minera de la región.
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Las charamuscas tienen un origen que se remonta a la época colonial, cuando el azúcar llegó al país. En sus inicios, estos dulces no tenían la forma distintiva que hoy los caracteriza, pero con el tiempo se fueron adaptando hasta asemejarse a las momias, consolidándose como un ícono de Guanajuato.
Además de las versiones clásicas con forma de momia, también es posible encontrar charamuscas con diseños de mariachis o incluso quijotes. Su precio accesible y su delicioso sabor las convierten en un manjar apto para todas las edades. Más que un simple dulce, las charamuscas son un recuerdo único de la tradición guanajuatense, y un emblema que sigue endulzando a quienes visitan la capital.