Por Martha Berra Estatua de La libertad
Visitar Nueva York significa acudir sí o sí a la Estatua de la Libertad, ya que es el ícono de la ciudad. Pero, entonces, surgen interrogantes, ¿cómo llegar ahí?, ¿a qué hora?, ¿reservar o llegar a formarme? Bueno, pues, te contamos que nosotros nos trasladamos a Battery Park, un parque con acceso al mar, del que zarpan los ferris cada 20 minutos para llevar a los turistas hasta la explanada de tan importante escultura, aproximadamente a 10 minutos de distancia.
Es indispensable saber que llegan ferris de Nueva Jersey y de Nueva York, por lo que para el regreso es necesario identificar el que te corresponde o puedes terminar lejos de tu punto inicial.
En varios sitios web subrayan la importancia de llegar horas antes de tu partida, para evitar largas filas, pero de acuerdo con nuestra experiencia, con una hora basta. Nosotros viajamos durante septiembre, considerado temporada baja, y llegamos 8:15 a Battery Park, nuestra cita era a las 10:00, pero pasamos a las 9:40, porque no había tantas personas en espera. Unos doscientos pasajeros nos acompañaron durante la travesía en el ferri.
La Estatua de la Libertad, ubicada en Liberty Island, simboliza el concepto universal de libertad y se encuentra con la mirada hacia Europa, desde donde fue trasladada. Su cabeza permaneció un tiempo en la Exposición Universal de París, en 1889, antes de que el gobierno francés se la regalara a los Estados Unidos para celebrar el centenario de la Guerra de Independencia.
Más de la Estatua de La libertad
Del monumento, destaca la corona con siete rayos o picos que representan los siete océanos y los siete continentes del mundo. Aquí hay un mirador al cual la gente puede acceder. Pero debes reservar con semanas de anticipación, pues se sube en grupos de diez personas, el cupo es de máximo 30 personas por lapsos de una hora. Esto tiene un costo extra de 500 pesos, aproximadamente.
En 1984, la Unesco nombró a la estatua Patrimonio de la Humanidad. Está hecha de bronce, tiene 93 metros de altura desde la base del pedestal a la antorcha, pesa 225 toneladas y sus sandalias tienen 7 metros y medio de longitud.
La experiencia de llegar a uno de los lugares más visitados en el mundo –con una afluencia de 10 mil visitantes al día y millones y millones de fotografías al año– es inigualable, el momento se disfruta desde que se toma el ferri y la estatua nos empieza a regalar las primeras postales para el recuerdo.
Lo recomendable es asistir por la mañana, ya que hay menos tráfico de turistas y el sol es tolerable, pero no olvides aplicarte bloqueador, un básico ya para cuidar la piel de cualquier persona.
Liberty Island
Cabe aclarar que nuestro ferri no hizo una parada en Liberty Island –pero hay otros ferris que sí lo hacen, por un costo mayor, ya que accederás al museo interior de la estatua–. De regreso en el ferri, sí paramos en el Museo Nacional de Inmigración, en Ellis Island. Aquí se plasma parte de la historia de Estados Unidos y su composición como sociedad, ya que ahí llegaban todos los visitantes y soñadores de “la tierra prometida”, pasando por diversos controles sanitarios y otros filtros, sin duda, parte enriquecedora de la historia del país más poderoso del mundo.
Para entrar a la tierra de las oportunidades era necesario pasar por Ellis Island, hoy es un museo que vale la pena visitar y que no toma más de media hora recorrerlo.
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En la planta baja del museo se encuentra la sala de equipajes, mientras que en la parte de arriba está la sala de registro, donde la gente esperaba los trámites de inmigración. Por desgracia, no todos eran bienvenidos. Actualmente, puedes hacer un test de salud mental e inteligencia para saber si pasarías la inspección o si serías un “indeseable”.
A la salida del museo está una pared con placas metálicas con todos los apellidos escritos de las personas que fueron registradas en su llegada a Estados Unidos, lo que testimonia la multiculturalidad que caracteriza a dicho país.
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