En Jalisco, se hallan enigmáticos destinos que atraen a viajeros con sus numerosas leyendas. Una de las más cautivadoras es la de los gigantes de Tala. Se trata de seres extraordinarios, con estaturas que superan los 10 metros, que habitaban en la región cercana al Valle de Atemajac, donde ahora se encuentra la capital tapatía. gigantes de Jalisco
Una historia ampliamente conocida en el pueblo es la de Don Francisco Océlotl, un prominente líder indígena reconocido por su autoridad y prestigio. Según relata, cuando él contaba con 20 años de edad, medio siglo antes de la llegada de los españoles a tierras aztecas y la posterior conquista del país, aparecieron en los valles de Tala hasta treinta seres de enormes proporciones, conocidos en la lengua mexicana como “Quinametin”, que se traduce como gigantes.
El grupo estaba compuesto por 27 hombres y tres mujeres, cuyas estaturas superaban los 10 metros de altura, según se determinó cuando el renombrado escultor padre Villaseca desenterró sus cuerpos. Presentaban escaso cabello, largas barbas, prominentes orejas ligeramente caídas y cubiertas de vellosidad, junto con una voz estridente que resonaba hasta una distancia de un cuarto de legua.
¿Qué más de los gigantes de Jalisco?
Según diversas investigaciones, se especula que los gigantes de Tala se cubrían con hojas de palma y se movían torpemente. Se les atribuye un estilo de vida primitivo, similar al de las bestias, aunque durante la temporada de lluvias se refugiaban en chozas para descansar y resguardarse del clima. Se dice que eran indolentes y voraces, y que utilizaban grandes bastones de color amulatado como armas, lo que les permitía someter a más de seis mil habitantes del valle, a quienes esclavizaban para obtener alimentos. Su dieta incluía pescado, ratas, venados, jabalíes y cogollos de enea, plantas que alcanzaban hasta tres metros de altura y que sustituían a las verduras.
Ante la presencia aterradora de estos huéspedes, los indígenas, agotados de su dominación, comenzaron a huir gradualmente de sus hogares para buscar refugio en otras provincias. Desamparados y privados de alimentos, los gigantes se fueron extinguiendo poco a poco, hasta que solo quedaron cuatro de ellos, errantes por todo Jalisco.
Tiempo después, más de veinte mil indígenas se congregaron en el Valle de Atemajac, donde encontraron a los gigantes alimentándose de hierbas y raíces. En ese sitio, los habitantes tomaron la decisión de acabar con ellos, y posteriormente los enterraron cubriendo sus cuerpos con cal, piedra y tierra, formando pequeñas colinas en distintos puntos de la región.
Esta gran hazaña trascendió en aquellas provincias hasta la llegada de los españoles, tiempo en que los indios e indias usaban este relato para atemorizar a sus hijos. Les decían “Quinametin”, para advertirles que si no se portaban bien, un gigante vendría por ellos.
Leyenda
En la actualidad, la leyenda persiste con la frase “Tala, tierra de gigantes”, la cual sigue resonando en la imaginación de muchos, especialmente después de supuestos descubrimientos de grandes fósiles en zonas cercanas al lugar donde se originó la historia.
Sin embargo, los gigantes no son la única maravilla en Tala. Este municipio ofrece un entorno ideal para la práctica de deportes al aire libre, gracias a su proximidad con el Bosque La Primavera. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de diversas actividades ecoturísticas como ciclismo de montaña, senderismo, escalada, rápel y avistamiento de aves, entre otras opciones emocionantes.
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Además, en Tala se encuentran aguas termales, manantiales, temazcales como el Teopantli Kalpulli, y balnearios, siendo los “Chorros de Tala” uno de los más destacados. Todos estos lugares son perfectos para relajarse y liberarse del estrés. Para aquellos que buscan más actividades, una opción es explorar la ruta de haciendas y visitar las exhibiciones del Museo Arqueológico Tlallan.
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