Actualmente, Gordes, de ambiente chic y bohemio, es reconocido mundialmente como uno de los pueblos más bonitos de Francia.
Su aspecto tranquilo y perfectamente, conservado en una colina de Luberon, el corazón de la Provenza francesa, cautiva a cualquiera.
Por si fuera poco, Gordes se revela como un sitio de clara vocación artística, con exposiciones, conciertos y otras manifestaciones culturales a lo largo de todo el año.
Sin embargo, Gordes no siempre ha sido apreciado como lo es ahora, de hecho, durante una parte de su historia estuvo sepultado en el olvido.
Un pueblo hecho para defenderse
A lo lejos, Gordes, en el despartamento de Vaucluse, aparece como un sitio de difícil acceso, primero que nada por su ubicación, pero también por su arquitectura.
El aspecto fortificado de Gordes tuvo su origen en la época galorromana y se acentuó durante la Edad Media y sí, seguramente era difícil llegar allí.
Era puesto de vigilancia de la ciudad de Cavaillon y también fungió como refugio para la población que huía de las invasiones y las guerras religiosas.
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La consolidación de Gordes
Su castillo y su iglesia con contrafuertes fueron definiendo su imponente silueta. El primero se construyó en el año 1031 y el templo, en el siglo XII.
En esa misma centuria y muy cerca de Gordes, también se construyó la magnífica Abadía de Senanque, otro de los sitios más hermosos de la Provenza francesa.
Gordes vivió su apogeo en el siglo XVIII gracias a la comercialización del aceite de oliva, la sericicultura y la talabartería.
Pero el éxodo rural en el siglo XIX y, posteriormente, la Primera Guerra Mundial, sumieron a Gordes en el olvido.
El resurgimiento de Gordes
No fue sino hasta 1940 cuando Gordes resurgió gracias a André Lhote, pintor y escritor, en 1940. El también escultor, originario de Burdeos, fue quien sembró la semilla del arte.
Se comprometió con el renacimiento de Gordes y varios artistas e intelectuales siguieron sus pasos, definiendo así el carácter actual al pueblo más bonito de Francia.
Hoy, al inicio del sinuoso camino que lleva a Gordes, no se ven más que muros de piedra. Pero de pronto, después de un viraje, el pueblo aparece majestuoso, con toda su historia contenida en sus muros y olivos y cipreses conjugándose con los edificios de piedra para regalar a los visitantes una postal inolvidable.
¿Qué hacer en Gordes?
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Paseo por el pueblo
La mejor manera de descubrir todo el encanto de Gordes es, antes de ir a cualquier punto determinado, dar un paseo por sus callejuelas y admirar sus edificios y casas de piedra, así como contemplar el Parque Natural Regional de Luberon.
Calles de Gordes, Francia. Foto: GranTotufo / shutterstock.com
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Visita al Castillo
Después del paseo por el pueblo, hay que dirigirse al Castillo, una impresionante fortaleza que destaca entre todas las construcciones del pueblo. Este inmueble fue remodelado en varias ocasiones durante el Renacimiento, para hacerlo más acogedor. Actualmente es un espacio cultural que alberga diversas exposiciones.
Castillo de Gordes, Francia. Foto: Finecki / shutterstock.com
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Conoce su iglesia
Otro de los puntos de mayor interés es la iglesia Saint-Firmin, de origen romano. Esta iglesia, tal como se conoce actualmente, se construyó en el siglo XVIII. Tomó el lugar de la antigua iglesia medieval, que en determinado momento ya fue insuficiente para los habitantes.
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Las Cavas del Palais Saint-Firmin
Uno de los “secretos” de Gordes, las cavas del pueblo excavadas en la roca que conservan vestigios arqueológicos del Medioevo. Barricas, silos y molinos de aceito de oliva son algunas de las cosas que podrás ver en estas cavas, clasificadas como Monumentos Históricos.
Foto: GranTotufo / shutterstock.com
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Las Calades
Se llama “calade”, en la Provenza francesa, a las callejuelas hechas con piedras colocadas de manera vertical sobre las brechas. Las “calades” son típicas de Gordes y se construían de esa manera para facilitar el desplazamiento de los burrros usados para transporte de mercancías.
Foto: Thomas DAVIN / shutterstock.com
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La Abadía Notre-Dame de Sénanque
La Abadía de Senanque no está precisamente en Gordes, pero sí se encuentra muy cerca. Es uno de los lugares icónicos de la Provenza francesa, sobre todo en la época de floración de la lavanda, cuando los campos, con la abadía de fondo, son el pretexto ideal para sacar la cámara.
Abadía Notre-Dame de Sénanque, en el departamento de Vaucluse, Francia. Foto: Boris Stroujko / shutterstock.com
