En el municipio de Tepeyahualco de Hidalgo, perteneciente al estado de Puebla, existe una de las zonas arqueológicas más extensas del país: Cantona. Una de sus principales características es que no se utilizó ningún tipo de argamasa o estuco en la construcción de sus edificaciones más importantes.
En la zona predomina el clima semiseco templado, con lluvias moderadas en verano. Es conveniente llevar agua consigo para hidratarse a lo largo de la caminata para recorrer la zona. Hay tres rutas para elegir: una corta, con una duración de una hora; una larga, de tres horas, o bien, la intermedia, de dos.
Recomendamos tomar la ruta larga, ya que permite apreciar la magnitud de lo que fue Cantona en su momento de apogeo. El camino se inicia por pequeñas avenidas delimitadas por muros de piedra a ambos lados, de unos 60 centímetros de alto. Estos senderos pasan por lo que fue la zona habitacional de los antiguos habitantes.
Actualmente, sólo se aprecian las bases de piedra de las chozas, construidas con barro y paja, en las que vivían los pobladores de Cantona. En su momento, cada vivienda estuvo bien delimitada por bardas perimetrales y tenían, por supuesto, acceso a los miles de caminos que conectaban a cualquier punto de la zona.
Es recomendable llevar zapatos cómodos, ya que aun cuando el camino no es demasiado pedregoso, es largo. Las mejores estructuras se encuentran en la cima del cerro que alberga a esta zona arqueológica, por lo que hay que realizar un esfuerzo físico que, les aseguramos, es ampliamente recompensado.
Cantona y su grandeza prehispánica
De acuerdo con los estudios realizados desde su descubrimiento —en la década de 1990— hasta ahora, Cantona existió de los años 100 a 1050 de nuestra era. Compitió en grandeza, en el Altiplano central, con Cholula e incluso con Teotihuacan. Sin embargo, no se sabe por qué razón fue abandonada, aunque se privilegia la hipótesis de conflictos internos.
Los pobladores eran expertos en la talla de la obsidiana negra. Ésta era relativamente fácil de conseguir ya que existía una mina a unos seis kilómetros de distancia. Esta roca y los productos que de ella se derivaban, principalmente navajas y puntas de lanza, conferían a Cantona un poderío comercial y militar importante.
Se calcula que la extensión de esta zona arqueológica es de unos 14 kilómetros cuadrados, pero lo que puede apreciarse de ésta actualmente representa apenas un 15% del total. En su momento de mayor esplendor, entre los años 650 y 700 de nuestra era, habría tenido de 7 mil a 7 mil 500 viviendas y una población de 85 mil a 90 mil personas.
Actualmente, la parte visible de Cantona cuenta con 25 juegos de pelota y más de diez estructuras piramidales. Las piedras con las que fueron construidas no presentan ningún tipo de cemento entre ellas. Simplemente fueron apiladas una sobre otra, con una precisión tal que continúan en pie hasta nuestros días.
Si eres amante de las largas caminatas y la historia de México, Cantona es uno de los lugares que no puedes perderte.