El camino de Morelia a Mazamitla fue largo, demasiado largo… poco más de 280 kilómetros y casi cuatro horas en carretera. Comenzaba ya la época del año en que los días son más cortos y en medio de la penumbra que antecede al amanecer, el tiempo parecía transcurrir más lento.
Pero el Pueblo Mágico que nos esperaba bien valía mil kilómetros más y hasta un día entero de trayecto. A pesar de llegar agotados, el encanto visual y la tranquilidad que transmite Mazamitla nos hizo sonreír desde el momento en que nos internamos por sus estrechas calles.
Entramos por la Calle Galeana, una de las principales de este Pueblo Mágico jalisciense, y después de pasar entre casitas de inmaculados muros blancos, guardapolvos en color terracota y techos de teja, como casi todas las que hay aquí, llegamos al centro, donde está una de sus maravillas principales.
Un templo sui géneris
La pequeña plaza central de Mazamitla está adornada por un quiosco hexagonal de aspecto rústico que guarda el estilo de las casas del centro; está rodeado de áreas verdes donde la gente se reúne para con versar o, simplemente, tomar un descanso. Y ahí, desde la calle Reforma y detrás de los árbolitos del parque, se ve la iglesia del pueblo.
La Parroquia de San Cristóbal es de un estilo arquitectónico sobrio, pero con un detalle que parecería improbable en un templo católico: sus torres, dos laterales y una central, de clara influencia china que les hace lucir como pagodas. En su austero interior, este particular templo, alberga a la Capilla del Santísimo.
Es preciso darse un tiempo para recorrer las calles de Mazamitla y dejarse maravillar por todos sus encantos, desde una tienda que empezó a funcionar desde hace más de cien años, justo frente al parque, hasta los múltiples negocios de artesanías y tiendas de flores que llenan con sus colores y aromas los patios centrales de las casas del pueblo.
Uno de esos pequeños rincones que nos cautivó es El Patio de las Flores sobre la calle Hidalgo, a menos de una cuadra de la plaza principal, un lugar muy especial que cuenta con una enorme diversidad de plantas y flores que cubren completamente el patio de la casa en que se encuentran, formando un cuadro de fantasía ideal para tomarse una foto.
La Suiza mexicana
Enclavado en la Sierra del Tigre, este Pueblo Mágico se ha ganado el mote de “La Suiza mexicana” por la gran cantidad de cabañas que se ha construido en la zona y que, en combinación con el paisaje, sobre todo en días con neblina, provoca una sensación de estar en un rincón de los Alpes.
Las opciones de hospedaje son múltiples, ya sea en algún hotel o posada en el centro de Mazamitla, o bien, en alguna de las tantas cabañas que hay en el bosque, pequeña o grande, sencilla o lujosa… en plena sierra o en un lugar cercano al Pueblo Mágico. La elección no es sencilla.
Pero si vas en plan romántico, las Cabañas Mazamitla te brindarán toda la comodidad, así como la tranquilidad y el ambiente ideal para disfrutar del tiempo con la persona que más quieres, ya que son exclusivas para parejas y no alquilan cabañas familiares.
Una vez instalado, puedes elegir entre un tranquilo paseo por el pueblo, a pie o en un camión tipo safari que te llevará a descubrir todo el encanto de Mazamitla y sus alrededores. También existe la opción de un emocionante recorrido en cuatrimoto por el bosque.
Si eres de espíritu intrépido, debes incluir una visita a Mundo Aventura y vivir un día de emociones entre tirolesas y un puente colgante. Esta y las anteriores actividades son ofrecidas por Sierra Tour Mazamitla Adventure, empresa pionera en turismo extremo en este Pueblo Mágico.
Cascada El Salto, paraje de ensueño
Para poder conocer la mayor parte de sus atractivos y disfrutar de este Pueblo Mágico como se debe, lo ideal es quedarse por lo menos tres días y dos noches. Pero, sin importar el tiempo que tengas pensado quedarte, no olvides conocer la Cascada El Salto.
Este paraje se encuentra al final del Fraccionamiento Los Cazos. Debido a que es propiedad privada, el acceso al lugar tiene un costo -muy accesible- de 25 pesos por persona. Hay tres formas de llegar a la cascada: a pie, a caballo o en un tractor que realiza el trayecto cada hora.
La manera más recomendable de llegar a la cascada es a pie, ya que, aunque el trayecto se realiza más o menos en unos 30 o 40 minutos, dependiendo de la velocidad del paso, se contempla de mejor manera las bellas cabañas y jardines del fraccionamiento.
Además, se puede llamar a la suerte en el Pozo de los Deseos, un pequeño estanque por encima del cual pasa un puente de madera, desde el que muchas personas lanzan monedas con la esperanza de hacer realidad alguno de sus sueños.
Poco después encontrarás la Cascada El Salto, con una caída de aproximadamente 30 metros que baña la parte central de una pared formada por diversos bloques de roca de ángulos agudos. Al final de la caída, el agua choca con otras piedras semirredondas y forma un pequeño espejo de agua que posee en un extremo una banquita de madera, la cual brinda el escenario ideal para una selfie envidiable.
El regreso
Olvidamos decirte que para llegar a la base de la cascada hay que bajar por unos escalones que, aunque no son muchos, incrementan el agotamiento por la caminata y, desde luego, para regresar hay que volver a recorrerlos… también debes tener cuidado con los “azotadores”, esas orugas peluditas que provocan urticaria.
Si después de esta bella cascada ya no tienes motivación para emprender el regreso cuesta arriba, puedes esperar el tractorcito y volver a disfrutar de las cabañas y jardines de Los Cazos sin que la experiencia se vuelva un tormento.
Por su encanto, Mazamitla tendría que estar en el top ten de Pueblos Mágicos y en la check list de todo viajero, así que ¡haz ya la maleta!