En muchas partes del país, sobre todo en las más tradicionalistas, es costumbre que una hija, generalmente la más pequeña, deba quedarse con sus padres para cuidarlos durante su vejez.
Y eso fue lo que ocurrió con una mujer ya madura, conocida como “La Taconera”, quien, a mediados del siglo pasado, tuvo que cargar con la obligación de cuidar a su madre, de unos 90 años y salud ya muy frágil.
De acuerdo con la leyenda, hasta hoy, “La Taconera” sigue recorriendo por las noches el Centro Histórico de Saltillo, donde vivió en la calle conocida en ese entonces como Del Camposanto, actualmente Juárez.
El sobrenombre de esta mujer surgió por el ruido que provocaban sus pasos cuando, por las noches, murmuraban las malas lenguas, salía al encuentro de su amante mientras su madre dormía.
Los tacones se escuchaban, dicen, por toda la Calle del Camposanto, desde su casa hasta donde terminaba entonces la ciudad y sólo había establos y una que otra casa de adobe, detrás del Ateneo Fuente.
Todos las noches se ausentaba del domicilio familiar y sus pasos sobre las baldosas rompían el silencio. “¡Ahí va la Taconera”, decían las mujeres que le escuchaban, asomándose por la ventana.
El eterno remordimiento de “La Taconera”
Ciertas o falsas, las habladurías acerca de las andanzas de la mujer, de la que no se sabe el nombre, llegaban hasta su madre, quien sufría al escucharlas porque veía a su hija casi como un ángel.
Sin embargo, contrario a la percepción de la señora, las vecinas, vecinos y la gente que vivía en esa calle, en general, la veían casi como un demonio, incluso decían que a veces dejaba sin comer a su madre.
Una noche, “La Taconera”, quien también resentía los chismes de los que era objeto, regresaba a su casa después de sostener, dice la gente, un tórrido encuentro con su amante y encontró a su madre muerta.
La nonagenaria murió completamente sola, sin nadie que sostuviera su mano en el último de sus estertores, sin nadie que rezara por su alma en ese momento ni un sacerdote que le diera los santos óleos.
El hecho, por supuesto, afectó sobremanera a “La Taconera”, quien llena de culpa, jamás volvió a salir por las noches y se dice que murió de pena. Pero meses después sus vecinos volvieron a escuchar sus pasos.
Hasta hoy se asegura que por las noches puede verse a “La Taconera” caminando por la calle Juárez y desapareciendo conforme avanza.
Hay quienes afirman que algunos hombres han desaparecido al seguirla y dicen que es porque así, “La Taconera” se venga del hombre por el cual no pudo estar con su madre en el momento de su muerte.