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¿Dónde Dormir?

Casa Museo José Alfredo Jiménez, el Hijo del Pueblo

Por: Raúl R. de la Rosa Publicado: 04/03/2020


Casa Museo José Alfredo Jiménez, el Hijo del Pueblo
Por sus letras escritas con el alma, por su sencillez y cercanía con la gente, es considerado uno de los artistas más queridos de México, y por su gran talento, el compositor más grande de la música ranchera.

«Me cansé de rogarle, me cansé de decirle que yo, sin ella…», de pena moría, pero todo fue en vano, pese a la estrecha distancia de nuestras almas y a la sincronía de nuestros latidos, los miles de kilómetros que había entre nosotros, cada quien con una vida hecha, terminaron por separarnos. Sin embargo, por la verdad del amor que durante largo tiempo compartimos, me concedió la gracia de verla para decirnos adiós ‘como Dios manda’… «no podía despreciarme, era el último brindis de un bohemio con una reina».

Así sea una borrachera, casi todos los mexicanos tenemos algún recuerdo que relacionamos con una de las más de 200 canciones que dejó como legado José Alfredo Jiménez, considerado hasta hoy el mejor compositor de la música con la que, en el exterior del país, nos identifican como mexicanos: la música ranchera; y si bien es entre copa y copa cuando más las cantamos, lo cierto es que, en la mayoría de los casos, es por un gran amor, un mal amor, un desamor o un mal de amores que las interpretamos de manera tan sentida.

Foto: Daniel Casas / México Ruta Mágica

¿Cómo será Dolores Hidalgo?, me pregunto mientras las ruedas de la camioneta se llenan de polvo y consumen los kilómetros que nos separan de ese pueblo que fue cuna de José Alfredo y también de la Independencia Nacional. Por la mezcla de nostalgia, alegría y orgullo con la que recuerdan allí a “El Hijo del Pueblo”, como también se le conoce al autor de “El Rey”, parecería que, para los habitantes del lugar, ambos hechos tienen la misma importancia.

Mientras los cerros desfilan en una hilera interminable al lado de la camioneta, yo sigo pensando en “Ella” y en aquella vez cuando, poco después de habernos separado, «quise hallar el olvido al estilo Jalisco, pero aquellos mariachis y aquel tequila me hicieron llorar» como nunca jamás lo había hecho por nadie.

UN PUEBLO ADORADO

Sobre la carretera federal 110, la escultura de un hombre de gesto afable que sostiene un sombrero de charro con la mano derecha nos dice, gracias a unas letras turísticas en la glorieta donde se encuentra: «Aquí es mi pueblo adorado». Se trata de José Alfredo Jiménez y la frase final de una de sus canciones más famosas: “Caminos de Guanajuato”, esa que también dice «no pases por Salamanca», ciudad en la que murió su hermano Ignacio, quien apenas unos días antes de su deceso le había preguntado cuándo dedicaría una canción a Guanajuato, y es por eso que allí a José Alfredo le hería el recuerdo.

Las calles en Dolores Hidalgo son estrechas y, por ende, los espacios para aparcar son prácticamente inexistentes y es preciso buscar un estacionamiento para dejar el vehículo y esto, lejos de representar una desventaja, nos da la oportunidad de recorrer este encantador Pueblo Mágico de rica historia. Después de apreciar la fachada de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores y probar unas nieves de sabores tan increíbles como cóctel de camarón, nos dirigimos a la Casa Museo del hijo pródigo de este rincón guanajuatense.

Foto: Daniel Casas / México Ruta Mágica

LA CASA DE JOSÉ ALFREDO

Después de pagar el costo de acceso al museo, pasamos al vestíbulo donde se encuentra un óleo sobre lino de unos tres metros de largo por dos de ancho, obra del pintor celayense Octavio Ocampo, que muestra al gran compositor en diferentes etapas de su vida, a sus amigos y a su familia, así como lugares como el Cerro del Cubilete. A la distancia, todos los rostros en la pintura forman uno solo: el de José Alfredo Jiménez.

Cada sala del museo es un retrato de las circunstancias de la vida de José Alfredo y de su evolución como artista, en la primera, que comprende su infancia, se encuentra un triciclo que utilizó y, más adelante, en otro espacio, sus primeros contratos como ‘Cancionero – Ranchero’, su incursión en la radio, la televisión y el cine, el romance con su -quizá- más grande amor, Paloma Gálvez, a quien escribió lo que muchos hubiéramos querido decir a alguien cuya existencia es motivo de celebración: «por el día que llegaste a mi vida, Paloma querida, me puse a brindar».

Foto: Daniel Casas / México Ruta Mágica

Vuelvo a pensar en “Ella” y con el corazón en la garganta y los ojos humedecidos, continúo el recorrido por el museo, acompañado por las canciones del más grande compositor que haya tenido nuestra música vernácula, santo patrono de los enamorados, de los despechados, de los que entregan en una relación el alma, «…me encontraste en un negro camino, como un peregrino, sin rumbo y sin fe, y la luz de tus ojos divinos, cambiaron mis penas por dicha y placer».

Si supieras, José Alfredo, cuántas cosas dejaste prendidas hasta dentro del fondo de nuestras almas, seríamos nosotros quienes tendríamos que haber escrito una canción que se llamara “Gracias”.

CANTINA “LA HIEDRA”

Foto: Daniel Casas / México Ruta Mágica

En el número 6-A de la calle Jalisco, en pleno Centro Histórico de Dolores Hidalgo, se encuentra la cantina “La Hiedra”, sitio que José Alfredo Jiménez solía frecuentar antes de ser famoso y donde Juan Carlos Pérez Almaguer, uno de los propietarios, nos ofreció su bebida estrella: la “Paloma Querida”.

 

Casa Museo José Alfredo Jiménez
Ubicación:
 Guanajuato 13, Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional, Gto.
Horarios: Martes a domingo, 10:00 a 17:00 hrs.
Costo: 40 pesos entrada general, 20 pesos niños de 7 a 12 años, estudiantes con credencial, personas de la tercera edad y pensionados con credencial.

 

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