Por Dante Rojas
Se acerca la Fête nationale du Québec (Fiesta Nacional de Québec) el 24 de junio, y el chef de La Bûche, Pierre-Alexander Gervais, junto con Jean-Mickaël Sauvageau, director de eventos, no solo cocinaron: trajeron memorias familiares, técnicas heredadas y un resumen comestible de su identidad. Una invitación abierta: una degustación que reunió platillos tradicionales para antojarnos un futuro viaje a ese rincón del este canadiense.
Nunca he pisado Québec. Pero por unas horas, el aire en la Casa de la Representación de Québec en la Ciudad de México olía a bosque húmedo, maple y a tocino crujiente.
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La Bûche y el sabor de la cabane à sucre
La Bûche (“El Tronco”) está en el Viejo Québec, muy cerca del famoso hotel Château Frontenac. Todo en su interior evoca una cabane à sucre (cabaña de azúcar): madera, vajilla rústica, calidez. Estas cabañas son típicas del fin del invierno, cuando se cosecha el jarabe de maple. Aquí, la experiencia se ofrece todo el año.
Desde Ciudad de México, se puede volar a Montreal y, desde ahí, llegar en tren o carretera en unas tres horas. También es posible conectar desde Toronto. Québec mezcla arquitectura europea, cultura francocanadiense y una gastronomía local que vale el viaje.
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Un menú que cuenta historias
Todo comenzó con un cóctel: whisky, lima, maple flameado y una tira de tocino frito. Inusual, pero equilibrado. Le siguió una sopa de garbanzos con zanahoria, tocino y crema fresca. Luego llegaron las croquetas de pâté à la viande (paté de carne), especiadas y crujientes, servidas sobre una ketchup dulce muy especial y puerros.
El pâté chinois (pastel de carne con maíz dulce y puré de papa) tenía ese sabor que reconforta y sacia. El poutine —una especie de “antojito nacional” quebequense— llegó con papas fritas, queso en grano derretido y una salsa hecha con whisky, jarabe de maple y jugo de carne. En México nos gusta mezclar sabores extremos, pero esto era otra cosa. Más cálido que loco. Una combinación que abriga.
Cerró el pouding chômeur (pastel del desempleado): masa esponjosa bañada en jarabe caliente de maple. Nacido en la escasez, hoy es símbolo de identidad.
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¿Por qué ir a Québec?
Porque combina historia, idioma, arquitectura y comida que se queda en la memoria. Porque La Bûche no es solo un restaurante: es un fragmento de la vida quebequense servido en platos sencillos y sabrosos.
Hay una expresión en Québec: «Apporte ton bûchon» (trae tu leño), algo así como decir en México “se va a hacer la carnita asada”.
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