México es un país lleno de paisajes hermosos, cultura viva y sabores inolvidables, pero también es tierra de leyendas y lugares escalofriantes que han hecho temblar hasta al más valiente. A lo largo del país, existen sitios donde se respira un aire diferente, donde las historias de miedo parecen cobrar vida y la oscuridad guarda secretos inquietantes.
En Guanajuato, por ejemplo, el Museo de las Momias es famoso por sus cuerpos naturalmente momificados. Aunque miles de personas lo visitan cada año, pocos olvidan la sensación que se experimenta al mirar esos rostros que parecen congelados en un último suspiro. En Veracruz, la Isla de las Muñecas, rodeada por manglares, está repleta de muñecas viejas y rotas colgadas de los árboles, supuestamente para ahuyentar el espíritu de una niña ahogada. Su aspecto es tan perturbador que muchos visitantes prefieren no quedarse mucho tiempo.
Foto: México Ruta Mágica
En Oaxaca, el exconvento de Cuilápam tiene siglos de historia y una energía extraña que hace que quienes lo recorren en silencio aseguren escuchar pasos o sentir presencias. Y en el norte, en Chihuahua, el Hospital del Niño en ruinas es famoso por sus apariciones y susurros en la noche, lo que ha alimentado todo tipo de relatos paranormales.
Cada uno de estos lugares tiene su propia historia, sus fantasmas y sus advertencias. Son rincones que invitan a mirar más allá de lo evidente, donde la realidad se mezcla con lo inexplicable. Algunos los visitan por curiosidad, otros por afición al terror, pero todos se llevan algo que nunca olvidan.
Foto: Twitter @alwayshappy1513
Y hablando de lugares inquietantes, en la Ciudad de México existe una calle con una historia que ha pasado de generación en generación: la calle de la Quemada. Enseguida, te contaremos qué ocurrió ahí y por qué sigue causando escalofríos.
¿De qué trata la leyenda de la Calle de la Quemada?
En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, la calle Jesús María guarda una leyenda que ha atravesado siglos, conocida popularmente como la historia de “La Quemada”. Esta historia se remonta al siglo XVI, a los primeros años de la Nueva España, cuando las calles y plazas del México colonial se llenaban de personajes cuyas vidas quedaron marcadas por el amor y la tragedia.
La protagonista es Beatriz de Espinosa, una joven española que llegó a la Nueva España alrededor del año 1550. Beatriz tenía apenas 20 años cuando arribó junto a su padre, Gonzalo de Espinosa y Guevara, un hombre acomodado que había llegado con el título de encomendero. En aquella época, los encomenderos eran españoles encargados de administrar y evangelizar a los pueblos originarios, además de supervisar el trabajo en las tierras asignadas.
Foto: Google maps
Desde su llegada, Beatriz llamó la atención por su belleza excepcional: su piel blanca, sus grandes ojos expresivos, su cabello largo y sedoso y sus delicadas facciones la convertían en el centro de todas las miradas. Pero más allá de su aspecto físico, Beatriz era reconocida por su bondad y generosidad. A pesar de la comodidad que su posición social le otorgaba, ella dedicaba tiempo a ayudar a los más necesitados, curaba a enfermos de la peste y aportaba recursos para medicinas a quienes no podían pagarlas.
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¿Qué más?
Como era de esperarse, muchos hombres se interesaron en Beatriz, atraídos no solo por su apariencia sino también por su noble corazón. Sin embargo, su corazón permanecía cerrado hasta que en una de las reuniones sociales organizadas por el virrey Luis de Velasco conoció a Martín de Scúpoli, un aristócrata italiano que ostentaba los títulos de marqués de Piamonte y Franteschelo. Martín también provenía de una familia influyente y fue cautivado desde el primer instante por la belleza y la dulzura de Beatriz.
Su romance comenzó con un intercambio de cartas cargadas de versos y promesas de amor. Beatriz atesoraba esos mensajes como si fueran tesoros valiosos, guardándolos en un pequeño cofre. Sin embargo, lo que parecía ser un amor puro pronto se tornó oscuro. Martín, profundamente celoso y posesivo, no podía tolerar que ningún otro hombre se acercara a su amada. Su obsesión fue creciendo hasta convertirse en violencia: retaba a duelo a quienes mostraban interés en Beatriz, y varios hombres terminaron heridos o incluso muertos por la espada del marqués.
Foto: Google maps
El ambiente de miedo y las muertes provocadas por los celos de Martín comenzaron a atormentar a Beatriz. La joven sufría al ver cómo la violencia se extendía por su culpa, y aunque intentó dialogar con Martín para detener su comportamiento, él ya no escuchaba razones. En un acto desesperado para proteger a los demás y a sí misma, Beatriz tomó una decisión radical y dolorosa: en la privacidad de su hogar, quemó su propio rostro con carbón ardiente, con la intención de ocultar la belleza que consideraba la causa de tanto sufrimiento.
Daño irreparable en la Calle de la Quemada
Este acto extremo no pasó desapercibido. Sus sirvientas la encontraron y la auxiliaron, pero el daño ya estaba hecho: el rostro de Beatriz quedó desfigurado. Ante la expectativa de que Martín la rechazara, la joven se cubrió con un velo negro que ocultaba completamente su rostro. Pero cuando el marqués llegó a verla, en lugar de horrorizarse, se arrodilló ante ella y le confesó que su amor no dependía de la apariencia física, sino de la esencia y bondad que siempre había admirado en ella.
La pareja contrajo matrimonio en el Templo de La Profesa, ubicado en la esquina de las calles Madero e Isabel la Católica, en el Centro Histórico. Después de la boda, Beatriz continuó usando su velo para ocultar las heridas que ella misma se había hecho, y se dice que la calle donde vivían comenzó a llamarse “la calle de la Quemada” en su memoria.
Foto: X / @HispaniarumRex
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Al día de hoy…
Esta leyenda ha dejado una huella imborrable en la Ciudad de México. Algunos la ven como una historia de amor trágico, un ejemplo de sacrificio y lealtad que superó la belleza superficial. Otros, sin embargo, la interpretan como una advertencia sobre los peligros del machismo y la violencia en las relaciones, una muestra de cómo los celos y la obsesión pueden destruir vidas.
Cuando se camina por la calle Jesús María, muchos recuerdan la figura de aquella mujer cubierta por un velo que recorrió esas calles hace más de 400 años. La imagen fantasmal de Beatriz, “La Quemada”, sigue siendo parte del misterio y la historia viva de la Ciudad de México, recordándonos que detrás de cada calle, cada esquina, hay relatos que hablan de pasión, miedo y decisiones que cambian para siempre el destino de las personas.
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