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Chamanes en Oaxaca, mi experiencia con una limpia de velas

Visité a chamanes en Oaxaca y mi recompensa fue una travesía de cosmovisión, fuego e introspección

Por: Yolanda Enríquez Publicado: 30/12/2020


Chamanes en Oaxaca, mi experiencia con una limpia de velas

Foto: Especial

El estado de Oaxaca esconde secretos de las civilizaciones prehispánicas, la naturaleza y la cosmovisión de su pueblo. En estas tierras habitan curanderos, chamanes o brujos quienes prometen sanación, amor eterno o un “amarre”. María Sabina fue una de las más famosas, cientos de personas acudieron a ella para presencial sus rituales ofrendados a través de hongos psicoactivos.

Y así como la Sierra Norte de Oaxaca se distingue por las setas comestibles que transportan a otros universos, el Istmo de Tehuantepec se caracteriza por una planta que sirve para hechizar a los hombres: el toloache. Hace unos meses decidí vivir en carne propia todo lo que se dice de los chamanes en Oaxaca, pero en lugar de probar hongos o experimentar con plantas, acudí a una limpia de velas.

Chamanes en Oaxaca, un ritual para limpiar energías

Las instrucciones eran claras, para llegar a la sesión de limpia, debía llevar 7 velas blancas largas, un ramo de albahaca y un cuarto de gasolina. Admito que el tema de la gasolina me despertó curiosidad y rareza, aun así, compro todos los materiales.

Llego a San Juan Guichicovi, un municipio tropical ubicado en el Istmo de Tehuantepec. Después, me traslado a la casa del padre Alfredo. “Padre”, así es como les dicen a los chamanes en Oaxaca.

Chamanes en Oaxaca limpia de velas

Foto: Instagram / @marielsanv

La vivienda es sencilla, de una sola planta, con paredes rústicas, piso de cemento y techo de lámina. Antes de mí, hay otras dos personas en la fila. Mientras espero, escucho mucho ruido, golpes sobre el suelo y llantos. Me pregunto qué es lo que podría averiguar el padre Alfredo acerca de mí y que pudiese provocarme tales lágrimas. A pesar de los sonidos, no siento miedo.

La vivienda tiene un aura acogedora, la temperatura del ambiente está aproximadamente a unos 35° C y la naturaleza decora de un precioso verde espeso el patio exterior.

Es mi turno, estoy emocionada, expectante y nerviosa. Entro a la habitación. Alfredo remoja la albahaca en lo que dice ser agua bendita. Me frota la espalda con el ramo mojado al mismo tiempo que reza el Padre Nuestro, hace lo mismo con las velas. Las pasa por agua bendita y posteriormente masajea mi cuerpo con ellas.

De pronto hay silencio durante algunos segundos. Continúa rezando, la cercanía de su voz me dice que está sentado a escasos pasos detrás de mí. Y sin más, escucho un sonido estrepitoso que me hace pegar un salto, el chamán ha azotado un cirio contra el suelo. Y así, las velas restantes, comienzan a crujir una tras otra contra el piso. Algunas se rompen a la mitad, otras en tres pedazos, una rebota y se magulla, las demás están hechas añicos. Unos minutos después, todas las velas se encuentran esparcidas sobre el pavimento.

Alfredo me dice “te voy a empezar a leer”. Me habla de mi salud y de mi pasado, hace hincapié en mi carácter, incluso, destapa algún pensamiento que creí bien resguardado y hace algunas predicciones futuras. Sólo escucho, atenta y absorta. Esto me hace sentir y creer que los chamanes usan las velas como si éstas guardaran la energía de las personas y cuando se rompen contra el suelo liberan las verdades de su espíritu.

chamanes en Oaxaca

Foto: Instagram / @lohechoenmexico

Pero el ritual aún no termina

Paso al patio trasero y me coloco en el centro de un círculo que parece estar formado por cenizas. Con la gasolina, el curandero vuelve a remarcar el contorno. Sin previo aviso, toma un cerillo y enciende una pequeña hoguera que ahora está rodeándome. Alfredo me dice “sacúdete , sacúdete las malas vibras” y me hace un ademán con las manos como quien pretende quitarse algo sobre la piel. Lo hago, me quito las malas energías, intento concentrarme pero siento el fuego muy cerca de mi cuerpo.

Una vez consumada la lumbre, el chamán me da una lista de plantas y especies para que en mi casa prepare con ellas un baño de purificación.

La limpia termina y como agradecimiento le doy una cooperación voluntaria, ya que los chamanes en Oaxaca -algunos- no cobran por este servicio espiritual.

Me siento conmocionada, creo que esta experiencia holística me permite hacer un viaje introspectivo.

Cuando las velas se quiebran sobre el suelo parecen formar constelaciones blancas sobre un mapa que uno no puede leer, pero el curandero sí. Tal vez de eso se trata el arte del ser chamán, un guía que observa aquello que uno es incapaz de ver.

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